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La crítica de Monegal: el niño que de mayor quiere ser comisario Villarejo

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Ferran Monegal

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En el ‘especial José Mota’, habitual programa que viene haciendo este humorista, desde 2014, todas las Nocheviejas en TVE-1, nos ha escenificado un curiosísimo ‘sketch’: el de un niño que de mayor quiere ser como el comisario Villarejo. ¡Ah! Su padres están desconcertados. Y preocupadísimos. El niño se pasea por el piso vestido como un ‘mini-Villarejo’, y ha instalado micrófonos en todas las habitaciones. Graba a su madre, a su padre, a las visitas, pilla momentos sonoros íntimos, y les amenaza con tirar de la manta y sacarles los colores a todos poniendo en marcha la grabadora llena de comentarios peliagudos. El padre está absolutamente derrotado, y exclama con resignación: «¡Quiere ser comisario Villarejo porque lo ve cada dos por tres en los Telediarios!».

O sea que el niño quiere ser lo que ve en la tele, este es el mensaje que nos lanza este ‘sketch’. Es acertado. Ya hace tiempo que sabemos que la tele no imita la realidad. Ni siquiera la reproduce ni la explica. La tele ha acabado creando una subrealidad propia. Un universo que solo existe en ella misma. Y somos los humanos, la audiencia, los que imitamos eso que nos meten por los ojos y las orejas todos los días. Nos hemos creído que la realidad a imitar está allí. Es muy posible que hoy haya generaciones de niños que de mayores quieran ser ratoncitos de las ‘ratomaquias’ de Tele 5. Es muy posible que haya legiones de niñas que de mayor quieren ser Cristina Pedroche transformada en metamorfosis de crisálida, que es la mutación con la que ha logrado este año hacer las uvas más vistas, consiguiendo incluso por primera vez en la historia vencer a las campanadas de TVE-1. Aquí en Catalunya quizá hasta hay ristras de niños que de mayores quieren ser ‘Bricohéroes’, como Peyu y Jair.

 El problema de todos estos niños y niñas que han vivido su infancia y juventud pegados al televisor es que los héroes y heroínas que allí han visto, en la realidad no existen. Son criaturas que solo tienen vida en el interior del televisor. La Pedroche de las campanadas vestida de crisálida, fuera no existe. Tampoco encontrarán a los ‘Bricohéroes’ circulando por Catalunya. Ni siquiera el comisario Villarejo existe en la forma que la tele lo muestra y explica. El televisor, en cuanto atrapa y encierra alguien de la vida real, tiene el poder de transformarla en otra cosa distinta. En la tele no hay héroes ni antihéroes. Solo hay pesadillas.

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