Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: El drama de un rey vagabundo, cojo y destronado

Ferran Monegal

Ferran Monegal

Ferran Monegal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Decía el narrador, que luego les contaré quién es: «Derrotado, en pocas horas pasó de rey poderoso a nómada vagabundo caminando, cojo, por la sabana. Solo se alimentaba de la carroña que otros depredadores dejaban». ¡Ahh! La tele tiene a veces golpes fantásticos. ¿Verdad que parece que estemos hablando del dimitido Juan Carlos? En realidad esta descripción del desgraciado rey, vagabundo, cojo y destronado, se refiere a un león de la sabana.

Lo lleva siguiendo desde hace años el naturalista Jorge Alesanco, y nos lo explica en unos documentales que está emitiendo intermitentemente TVE titulados ‘Tres mil noches con leones’. Es un trabajo que les recomiendo. Alesanco se instaló en Kenia hace más de 10 años. Consiguió montar allí un Tended Camp para los amantes de la observación natural de la fauna. Allí no se caza. Allí se contempla la vida salvaje. Pero sobre todo Alesanco ha conseguido grabar su relación con los leones. ¡Ah! Después de 3.000 noches con ellos, ha logrado que no le consideren un extraño. Le toleran. Le dejan acercarse. Incluso los nativos de la zona, los Masai, están asombrados de que haya podido entablar con los leones, si no una amistad, sí un vínculo intenso, de una rareza extraordinaria. 

Son interesantes estos documentales porque Alesanco enseña sus avances con los leones, pero evita lo bucólico, que es una de esas ilusiones falsas de otros naturalistas aficionados que nos hablan de los tigres, las panteras, los leones... como si fueran gatitos de dibujos animados. Que se lo cuenten a Jesulín de Ubrique, que cuando su tigre Currupipi cumplió ocho meses de edad, y vio los zarpazos que lanzaba, se le pusieron por corbata y se acabó el tigre y lo que se daba. Hay un documental clásico, que siguen emitiendo en todo el mundo muchos canales, ‘El paso del río Mara’, en donde se ve cómo se las gastan los cocodrilos cuando los ñus, las cebras y las gacelas cruzan el río. ¡Ah! Queda flotando en sus aguas una terrible mortandad. Efectivamente, una bestia salvaje no es un hámster.

Nos ha contado Alesanco, al final, que el desgraciado león, cojo, vagabundo y destronado, se arma de valor y consigue recuperar la corona de rey de la manada. Nos ha enseñado con qué cariño le lamían las cuatro o cinco leonas de su harén particular. ¡Ah! Ahí no hay posible confusión. No parece que vaya a ser lo mismo con el dimitido de Abú Dabi.

Suscríbete para seguir leyendo