Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Del volcán de La Palma a la ‘Tierra amarga’ de Turquía

Ali Rahmet Fekeli en 'Tierra amarga' (A-3).

Ali Rahmet Fekeli en 'Tierra amarga' (A-3).

Ferran Monegal

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Permítanme una pincelada acerca del tratamiento televisivo de las erupciones volcánicas en la isla de La Palma. Las dos cadenas que mayor atención y seguimiento informativo le dedicaron la tarde y noche del domingo han sido TVE-1 y La Sexta, excepción hecha, naturalmente, de la propia Televisión Canaria, cadena a la que han recurrido todas las demás sobre todo durante las primeras horas de la erupción.

La acción televisiva, y su relato, en general ha discurrido con bastante corrección informativa. A veces, eso sí, visto desde casa, parecía que el espectáculo tapaba la tragedia. No es un festival pirotécnico lo que está ocurriendo en La Palma. A veces la tele, sin pretenderlo como en este caso, nos acerca los sucesos más terribles, y cuando nos sirven las imágenes en la comodidad de nuestros domicilios podemos transformaros en entusiásticos ‘voyeurs’ mirando el cataclismo como si mirásemos La Nit de l’Albà de Elche, o la traca final de Las Fallas de Valencia. No es un espectáculo lo de La Palma.

Es una catástrofe que está dejando a miles de familias hundidas en la miseria más absoluta. Eso conviene no perderlo de vista.

FEKELI, POETA DE CULEBRÓN TURCO .– Es la piedra en el zapato de Tele 5. Por primera vez en la historia moderna de las tardes televisivas, los Sálvame no pueden con el culebrón turco, Tierra amarga, de A-3 TV. Es una telenovela muy adictiva. Al sur de la Anatolia, en la ciudad de Adana, el volcán de las pasiones entra en erupción todos los días. Los celos, la venganza, la ambición, el amor, el odio... Hay un personaje singular en este drama que se llama Ali Rahmed Fekeli. Se ha pasado 20 años en la cárcel por un crimen que no ha cometido. Ahora, rehabilitado, se pasea por el fértil distrito agrario de Çukurova, transformado en poeta y filósofo de la vida.

«La razón de ser de una lágrima es preparar el camino a la sonrisa». ¡Ah! Esta semana, ante un fátuo y altivo terrateniente

llamado Demir, viéndole tan lleno de vanidad, le dice: «Cree el gallo que el sol sale por la mañana porque canta». Tiene

buenos golpes este Fekeli. Siempre va con el rosario entrelazado entre sus dedos, el rosario musulmán que en Turquia llaman tesbih.

Nunca nos enseñan rezos en estos culebrones turcos. Nadie entra nunca en ninguna mezquita. Pero el tesbih de Fekeli, siempre entre sus dedos, es significativo.

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