Retrato de Sonsoles Ónega

Hija de periodista, escritora, amiga de la Reina y madre con culpa

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Inés Álvarez

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La pasión por el periodismo le viene a Sonsoles Ónega de familia. Su padre es Fernando Ónega, un veterano profesional que ha desarrollado su carrera en prensa, radio y televisión y que fue el autor de aquel famoso discurso de Adolfo Suárez que popularizó la frase «Puedo prometer y prometo». Su hermana Cristina es actualmente la directora del Canal 24 horas de RTVE.

Su andadura profesional la inició en el canal CNN+. Allí coincidió con Letizia Ortiz, con la que sigue manteniendo una amistad tan estrecha que Ónega fue uno de los testigos de su boda con Felipe y, ya Reina, esta acudió con el Rey como invitados a la suya. Asimismo, alguna vez se han ido de vacaciones juntas.

La otra gran pasión de la periodista es la literatura. En el 2004 publicó su primera novela: ‘Calle Habana, esquina obispo’. A esta le seguiría ‘Donde Dios no estuvo’ (2007), aunque la que alcanzó más éxito fue la tercera: ‘Después del amor’ (2017). En 2020 llegó ‘Mil besos prohibidos’. Ante la posibilidad de que alguna de sus novelas pudiera ser adaptada a una serie, Ónega asegura que no es esa su intención: «La literatura tiene un rival terrible, que son las series. Porque antes la gente por la noche leía un ratito de libro. Alguien me dijo una vez: ‘Tienes que convertir tus libros en series’. No. ¡Hay que leer!». Aunque no le hace ascos a la idea. «Si llegara alguna a la pantalla, genial, pero no escribo para trasladarlo a las series. Todas mis novelas son muy visuales, pero es por deformación profesional», insiste.

Esas pasiones le han robado tiempo de dedicación a sus hijos y reconoce que lo de la conciliación lo lleva fatal. «Siempre me he podido organizar, pero hay algo que no se regula con un decreto: esa sensación de culpa que seguimos teniendo las mujeres por querer hacer lo mismo que los hombres, que es tener una familia y una carrera profesional. Y eso es algo de lo que nos tenemos que curar nosotras. No hay Gobierno en el mundo ni pastillita para eso», dice. Y ese trabajo pasa, según la periodista, por «cambiar las reglas del juego ahí fuera y entender que las ausencias de las madres son iguales que las de los padres». 

Como muchas mujeres, se culpa hasta de culparse. «Por algún motivo a las mujeres se nos sigue penalizando en la parcela más íntima. Ahora llevo mejor vida que antes, cuando estaba en informativos y al llegar a casa los veía ya en la cuna o en la camita. Pero es así, es una elección, yo no voy lloriqueando por las esquinas, pero lo diagnostico como un mal de las mujeres del que nos tenemos que curar».