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Isabel Pantoja se rinde a sus verdugos

Isabel Pantoja en televisión

Isabel Pantoja en televisión / El Periódico

Ferran Monegal

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Acaba de estrenar Tele 5 un nuevo concurso musical ('Top Star') y el gran plus morboso ha consistido en que veamos a Isabel Pantoja regresando a la cadena que la ha martirizado sistemáticamente utilizando a su hijo Kiko. ¡Ahh! La condición humana tiene golpes que parecen increíbles. Acuchillada ferozmente por Tele 5 durante cuatro meses seguidos, desde noviembre hasta febrero, a base de untar de dinero a su hijo Kiko para que la pusiera a la altura de las culebras y las arañas más letales y mezquinas, ahora en mayo, les decía, el retorcimiento para que la audiencia suba es hacerla volver como gran estrella, a la cadena que fue su guillotina.

Me extraña que los servicios de caracterización y atrezo no la hayan sacado con un traje que en lugar de lentejuelas llevase clavados dos docenas de cuchillos. Esa noche de estreno le preguntó Risto Mejide: "Oye Isabel, ¿tú crees que el talento se hereda?". Y ella contestó: "No, de ninguna manera". ¡Ah! Eso algunos analistas lo han considerado un envenenado souvenir contra su hijo Kiko. Si es así, como perdigonada la encuentro hasta flojita.

Este concurso en el que ahora ella hace de jurado tiene una particularidad nunca vista: "¿Cuánto vale tu voz? Por primera vez en un 'talent show' te ponemos precio" nos decían con grandilocuencia. Y efectivamente, iban saliendo los concursantes a actuar y a medida que cantaban se iba produciendo una subasta monetaria poniéndole precio a su arte, como si en lugar de estar en un escenario musical estuvieran en la sala de las tragaperras de un casino. ¡Ah! Qué metáfora les ha salido.

Isabel Pantoja allí puesta era en efecto la síntesis de este sistema del negocio sin escrúpulos. "El que no tiene precio es que no vale nada", decía aquel banquero mallorquín que financió el golpe del franquismo. Muy necesitada tiene que estar Isabel Pantoja, para hacer de tripas corazón, agachar la cabeza y volver al tinglado televisivo que ha sido su verdugo. Aunque quizá tenga un contrato firmado y, ante tan fabulosa cantidad -esa es la ventaja de Tele 5- el alma se subsume.

En 1793, cuando María Antonieta subió al cadalso para ser guillotinada dio un traspiés y pisó sin querer al verdugo. Dicen que exclamó: "Perdón, señor, no lo he hecho a propósito". ¡Ah! Lo de María Antonieta no era sumisión hacia su verdugo. Era, simplemente, educación exquisita.

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