LA HOGUERA

Antonio Baños, 1 CUP

Un hombre usa la aplicación de Whatsapp en su teléfono móvil

Un hombre usa la aplicación de Whatsapp en su teléfono móvil

Juan Soto Ivars

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Las capturas de pantalla las carga el diablo. Fingen ser tus amigas, se ganan tu confianza, te hipnotizan con esa sensación intimidad y, cuando menos te lo esperas, te han capturado y te venden, al peso, como esclavo en el mercado negrero de Twitter.

Hace unos días pudo constatarlo el pobre Antonio Baños, exdirigente de la CUP. La pantalla de su móvil lo cazó en un descuido y lo entregó al tribunal de la Santa Inquisición.

El hombre estaba hablando de bolsos de Prada, lo típico del anticapitalismo (¿¿??), y compartió un pantallazo con una noticia sobre el tema. A los 10 minutos era 'trending topic'. No le arrastró allí Prada, sino el diablo, cuando a los usuarios se les metieron en el ojo las pestañas abiertas de su explorador. "Fantastic orgy”, se leía en una. “Japanese Scat”, en otra. En síntesis: un carromato lleno de marranería oriental. “2 girls 1 CUP”, empezó a decirse.

¡Ah, qué cruel la tuitalla! ¡Qué hipócrita! Comprendo que sea motivo de mofa descubrir con el rollo de papel higiénico en la mesa del despacho, las persianas bajadas y los pantalones por los tobillos al exdirigente de un partido feminista que propugna erradicar la pornografía de la faz de la tierra, pero yo no podía evitar que me cayera simpático Antonio Baños. Entre los comentarios mordaces que despertó su navegación disoluta, el único cuyo escándalo me pareció pertinente fue la de un usuario que dijo que es una burrada ver porno en el móvil, porque se ve mucho mejor en el portátil o con el proyector.

Soy de la opinión de que cagadas como esta nos hermanan en lugar de separarnos. Dicho de otra forma, adoro verle el lomo a un halcón, con lo que me siento más próximo a Antonio Baños cuando se delata como adicto al pajiferio que cuando habla de política. Una vez, por ejemplo, envié un pantallazo a una de mis jefas sin darme cuenta de que la estaba poniendo a caldo en una ventana abierta de chat; otra, reenvié a la persona de la que me estaba riendo el mail cruel que había escrito para otra; y un día me llegó un mail con una estafa que decía que habían estado grabando con la cámara frontal de mi ordenador -¡horror!- y me pasé dos días intentando que me llegase el aire a los pulmones.

Lo que le ha pasado a Antonio Baños nos puede pasar a cualquiera, vaya, salvo a los santos. Y pagaría lo que vale una suscripción a Pornhub por ver el historial de búsquedas de estos últimos...

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