TÚ Y YO SOMOS TRES

Aznar, soberbia con música de 'El Padrino'

MONEGAL

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Ferran Monegal

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Contemplaba Aznar imágenes de los ilustres personajes invitados a aquella fastuosa boda de su hija, por ejemplo los genios de la ‘trama Gürtel’, Francisco Correa, o 'El Bigotes', y mirando Aznar detenidamente la pantalla, incluso poniéndose las gafas para ver mejor, advertía: «No les conocía de nada». Y Jordi Évole pegó un respingo y maravillado preguntó: «¿Quiere decir que estos venían por la parte del novio?».

Y Aznar tampoco lo sabía. Luego le preguntó por Rajoy, al que ungió como su sucesor magnífico: «¿Pondría usted la mano en el fuego por él?». Y Aznar respondió: «Yo solo pongo la mano en el fuego por mí». ¡Ah! Qué desprecio más significativo sobre el que fue su muy querido delfín.

En otro momento Évole le advirtió que colaboradores suyos, en su etapa de presidente, han opinado que acabó endiosado, que acabó creyéndose un Emperador. Respondió: «No conozco a ningún Dios que decida marcharse». Y entonces le repreguntó si a lo mejor lo que de verdad le gustaría es volver a ser el gran líder de su partido. Respuesta: «Desde el 2004 no ha pasado un solo día que no haya habido alguien pidiéndome que vuelva». ¡Ahh! Qué retrato, qué prodigioso recital de egocentrismo.

Después vino lo de su relato sobre las armas de destrucción masiva en Irak. «No las había», le dijo Évole. Y Aznar contestó: «La información que teníamos es que las había». También le preguntó sobre el atentado del 11-M de Atocha, cuando Aznar y su Gobierno mantenían que era ETA y no obstante ya se tenían pruebas de que era un atentado yihadista. Aznar volvió a atrincherarse: era ETA, es la información que teníamos. Y lanzó entonces un par de cuchillos a dos periodistas, Antonio García Ferreras (entonces jefe de informativos de la SER) y Jesús Ceberio (entonces director de ‘El País’) diciendo que ambos también dijeron que era ETA. ¡Ah! Esta mañana ya le han respondido. Ferreras desde ‘Al rojo vivo’ («Aznar miente como un bellaco») y Ceberio desde ‘El País’ («El paso del tiempo no le hace flaquear en sus mentiras”).

Visto lo visto, al final Jordi Évole puso un sutil y a la vez tremendo epitafio musical a la entrevista. Pinchó aquel pasaje de ‘Cavalleria rusticana’, aquel momento que eligió precisamente Francis Ford Coppola para la última escena de ‘El Padrino’. Cuando sobre la escalinata de la Ópera de Palermo, el mundo Corleone trágicamente se derrumba.

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