TÚ Y YO SOMOS TRES

24 puñaladas y un preservativo

Monegal

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Ferran Monegal

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Ha arrancado en TV-3 la segunda temporada de 'Crims', y Carles Porta nos ha seleccionado aquel tremendo caso del asesinato de Ricardo Piris, en Lloret de Mar, en agosto del 2000. ¡Ah! Fue un crimen que, inicialmente, presentaba connotaciones tan inquietantes como surrealistas. Porta nos lo ha contado muy bien.

Maneja el relato de los sucesos con gran maestría. Sin recurrir nunca a la truculencia, consigue construir siempre una narrativa que nos atrapa e interesa de principio a fin. Fueron los que regentaban el Bar Restaurante Pensión Rosi, en la Travesía dels Amics de Lloret, los que alertaron aquel agosto del 2000 de la extraña desaparición de Piris.

Era cliente habitual y hacía días que no le veían. Se personaron inmediatamente los Mossos en su domicilio, en el número 1 de la calle Julita. La tele estaba apagada. La radio estaba encendida. Sonaban 'Los 40 Principales'. La casa, austera, estaba en orden. Ni un desperfecto. Pero advirtieron que del dormitorio provenía un olor nauseabundo. Allí encontraron a Piris. Envuelto en un dantesco festival de sangre, desnudo, tumbado en el suelo boca abajo, presentaba 24 puñaladas profundas, que le atravesaban el cuerpo. Decía uno de los agentes: «Comenzaba a pudrirse. Debido a la fauna cadavérica daba la sensación que se movía». ¡Ah! La fauna cadavérica es un espeluznante término forense. Son ese conjunto de insectos, parásitos, microorganismos, que aparecen para hacer su trabajo sobre el cuerpo del difunto. Pululan carcomiendo la carne pútrida. Puede dar la sensación que el muerto se mueve y sigue vivo. La sorpresa llegó cuando vieron que el pene de Piris llevaba colocado un preservativo. ¡Ahh! Aquello fue una pista decisiva. Hombre el asesinato fue chapucero. Puñalada tras puñalada, con rabia y con furia. Nada que ver con aquello que le reclamaba Thomas de Quincey a todo asesino: ya que has decidido matar, al menos hazlo con sentido artístico. Pero el detalle del preservativo da una interesante singularidad al 'caso Piris'.

En 1996 el director Martin Walz trasladó al cine el cómic de Ralf König 'El condón asesino'. Se trataba de un preservativo que tenía dientes y mordía. Era un ejercicio de surrealismo macabro. En el caso de Piris su preservativo no le causó daño alguno. Le asesinó Engracia, una prima suya a la que él había violado siete años atrás. Siete años planificando una venganza terrible.

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