Tú y yo somos tres

No hace falta liquidarlo, basta con silenciarlo

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Ferran Monegal

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No pase un día más sin resaltar la pincelada que nos ofreció TV-3 el otro día, en el miniespacio del 'TN vespre' llamado 'La contraportada'. Fue francamente interesante. Reflexionaban acerca de este veto que de pronto se ha dictado contra Trump por parte de las grandes empresas tecnológicas propietarias de las plataformas de las redes sociales. Este veto de ahora a Trump por parte de Twitter, TikTok, Facebook, etc.: «¿Es censura o es responsabilidad política?», se preguntaban en el TN. ¡Ahh! Siempre son muy ingeniosos los juegos de palabras.

Enric Luján, profesor de Ciencia Política de la UB, planteaba, lanzaba, reflexiones muy notables: «Silenciar a Trump es una forma de expropiar a sus 75 millones de votantes su derecho a escucharlo. ¿Qué ocurrirá cuando estas grandes empresas tecnológicas decidan silenciar un movimiento político o una corriente social?». Y otro factor añadido que complica más el análisis: estas plataformas hacen un servicio público, ¡pero son privadas! Cuidado que el asunto es de una importancia capital. Pongamos un caso de ahora mismo: la CUP ha exigido que TV-3 no dé cobertura informativa a Vox en la próxima campaña electoral. Consideran que este partido promueve 'discursos de odio'. ¡Ah! El delito de odio está bien tipificado en el artículo 510 del Código Penal. Pero hay quien considera que no basta y que hay que actuar preventivamente. Cuidado que el tema tiene aristas afiladas. Siguiendo la advertencia del profesor de la UB: ¿qué hacemos pues con los 3.650.000 ciudadanos que han votado a Vox en las últimas elecciones generales, y con su derecho a escuchar, en las cadenas públicas, a los líderes que ellos han votado? Más aún: ¿Cómo podemos cuestionar, analizar críticamente su mensaje, si está vetado?

Las cadenas de televisión tienen gran experiencia en invisibilizar. Las privadas tienen sus propietarios: si alguien no les gusta, en su cadena no sale. En las públicas, que son de todos, no debería existir la invisibilización de nadie salvo orden judicial. Pero lo hacen a diario. Gente relevante, pero incómoda para la facción política dominante, es sistemáticamente silenciada. La mejor forma de anular a alguien es borrarlo. Impedir su visibilidad. Vetar su derecho a expresarse públicamente en un canal público. ¡Ah! Les ruego que le den una vuelta al asunto. No es superficial.

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