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Nuevo jeque en Abu Dabi: ¡el emérito!

television monegal

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Ferran Monegal

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En materia regia si algo ha caracterizado el año 2020 ha sido la barra libre televisiva sobre Juan Carlos I, Rey emérito, cesante o dimitido. ¡Ahh! Después de toda una vida en la que el periodismo, y la política, le ha ido tapando todas las martingalas y tropelías monetarias, ahora se ha levantado la veda. Hasta en TVE, en el tradicional programa de humor de fin de año de José Mota, le hicieron una oportuna parodia. Lo dibujaron en Abu Dabi, vestido de emir o jeque, lanzando su mensaje navideño. En rigurosa lengua árabe, naturalmente. O sea que hasta en TVE se atreven. ¡Ah! Bienvenido este tardío atrevimiento, que no es nada más que sacudirse esa manta o edredón que impedía la más mínima transparencia.

Pero no solamente sobre el emérito Juan Carlos hay ahora un glorioso festival televisivo, mitad denuncia, mitad cachondeo. También sobre la que hasta ahora era considerada impecable reina consorte, Sofía de Grecia, se están desvelando en la tele cositas tremendas. El otro día, en el 'Deluxe' (T-5) por ejemplo, entrevistaron a Pilar Eyre, que acaba de publicar el libro 'Yo, el Rey'. Desmontó la versión oficial que sobre Sofía se ha confeccionado durante años. Advertía: «Se ha construido sobre ella un proceso de beatificación. Sumisa, fiel, digna, abnegada, familiar... Nada de eso es cierto. Es altiva, displicente, detesta a los españoles, solo se ha ocupado de su hijo. Lo que quiere es ser la madre del Rey. Su afición al arte y a la música es solo para las fotos. Lo único que hace es pasarse horas gastando sumas de dinero en tiendas y grandes almacenes». ¡Ah! El maquillaje sobre Sofía también se está cayendo.

En el 'Deluxe' dieron un buen repaso a Juan Carlos y a Sofía. Hora y media desmontando el relato oficial construido sobre ellos. Desde que se casaron («¡Juan Carlos ya le fue infiel hasta en su luna de miel!») hasta las últimas depredaciones económicas. Pero es curioso: el nombre de Felipe, actual rey, se cuidaron mucho de que no saliera en ningún momento. ¡Ah! Como si en ese hogar el hijo, que ya cuenta 52 años de edad, fuera un espíritu forastero que asistía, distraído o ajeno, al regio zafarrancho que ocurría a su alrededor. Hombre, los hijos no son responsables de los chanchullos paternos, en eso estamos de acuerdo. Pero ese silencio sobre él parece una nueva maniobra de protección. Flaco favor le están haciendo.

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