Tú y yo somos tres

“Quien ha estado a punto de morir soy yo”

Mainat en ‘Equipo de investigación’

Mainat en ‘Equipo de investigación’

Ferran Monegal

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Dos equipos de televisión. Uno en Canet de Mar, entrevistando a Josep María Mainat en el jardín de su casa, junto a la piscina. El otro en el Cotton House Hotel de Barcelona, con Ángela Dobrowolski. Emisión intersectada. Declaraciones de uno enfrentadas a las declaraciones de la otra. Como si fuera un cara a cara a 45 kilómetros de distancia. Así ha planteado el 'Equipo de Investigación' (La Sexta), su especial titulado: 'Caso Mainat: sexo, mentiras y cámaras de seguridad'. Me permito corregirles: hubiera sido más exacto «Sexo, mentiras y cámaras de televisión». Si algo ha caracterizado este caso es que ha sido, y sigue siendo, un espectáculo televisivo tremendo, solo superado por el 'caso Pantoja', Mainat se ha quejado después de la emisión. Considera que el programa no le advirtió que iban montarlo de esta forma, como si fuera un ‘face to face’ con su todavía esposa. Consuélese Mainat pensando en lo que habría sido esta producción si se hubiese encargado Tele 5 de hacerla, la cadena en la que él tantos años trabajó y alimentó.

Mainat estuvo solo en la entrevista. Una silla sobre el césped de su casa de Canet, y él sentado relatando su tragedia. Buena estrategia. Mainat sabe mucho de televisión. La imagen del hombre en soledad, vacío, concita emoción y empatía en la audiencia. Los primeros planos de sus ojos, mirando sin mirar nada en concreto, con ese punto de tristeza, elevó a categoría el sufrimiento. Ángela se presentó rodeada de asesores. Una abogada matrimonialista, un experto penalista, un portavoz... Mal planteamiento. Aunque la entrevista fue a ella sola, ese 'entourage' que la envolvía en lugar de trasmitir fragilidad transmitía una evidente y fatal puesta en escena. No ayudó a irradiar lo que pretendía: que la audiencia la viese como una madre machacada por un hombre

Ambos volcaron su versión del suceso. Ambos en el fondo seguían una cuidada estrategia marcada por sus abogados seguramente. Àngela negó cualquier intento de perjudicar a su esposo, y añadió que vivía sojuzgada, y que él le quería robar a sus hijos. Mainat posee un argumento no especulativo, sino real, comprobado y contundente: «Me han inyectado lo que no debían. He estado a un tris de morirme. Solo espero que alguien me lo explique». O sea, no se olviden de una cosa: ‘la victima de este suceso, el que ha estado a punto de morir, soy yo’.

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