Inés, ¿una feminista o una genocida?

Nos presenta ahora TVE-1 una producción, con pretensiones de serie histórica, titulada 'Inés del alma mía'. Se basa en una novela de Isabel Allende. Ha costado el producto ocho millones de euros, un millón por capítulo. Un coste de este calibre, de dinero público, merece ver si ha sido una inversión, o un dispendio. La historia ocurre a mediados del siglo XVI. Una joven extremeña, Inés Suárez, huye de Plasencia agobiada por culpa del fanático de su abuelo, un verdadero cafre digno del Tribunal de la Inquisición, que la quiere meter en un convento al grito de «Tienes el pelo rojo como un demonio... ¡Eres una prostituta!». Naturalmente Inés se las pira. Huye cabalgando abrazada al que luego será su marido,  un hermoso pollastre de nombre Juan el de Málaga. Y al cabo de un tiempo él se va a hacer las Américas, y ella le busca abriéndose camino a golpe de machete desde Cartagena de Indias hasta Chile. Es allí donde en los próximos capítulos sucederá el grueso de la historia, pues al parecer –Inés Suárez existió realmente– se transformó en una especie de Juana de Arco de la Hispanidad y luchó enarbolando espada y arcabuz contra los indígenas mapuches.

La realización presenta errores de 'atrezzo' muy hilarantes. Con la de polvo que había en las plazas y caminos de Extremadura en el siglo XV y resulta que salen todos vestidos con unas blusas y tocados blanco nuclear, ni una mancha, ni una mota, radiantes y limpísimos. ¡Ahh! Parecían salidos de Zara o de Massimo Dutti. Hasta vimos un rebaño de ovejas, limpias y esponjosas, como si las hubieran llevado a la peluquería. El tema sexo también lo trabajan a fondo. Nada más comenzar nos ofrecieron un revolcón a teta descubierta entre Inés y el malagueño, en un erial placentino. En el avance de la próxima entrega ya nos han adelantado que habrá sesión en pelotas entre Inés y Eduardo Noriega. ¡Ah! Esa gustará mucho. O sea que a lo mejor saldremos a uno o dos polvos por capítulo.  Los buenos culebrones son así.

A pear de ser la autora, Isabel Allende, chilena, parece que a su heroína Inés la perfila como una de las primeras y más comprometidas feministas del mundo. Hay historiadores que opinan que fue otra cosa: que se sumó a los ‘conquistadores’ y que fue una sanguinaria. Cuentan cronistas -otros lo suavizan- que disfrutaba decapitando ella misma a los jefes incas. La polémica está servida.

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