Para hijos bestias, domadores fieros

Colegio Anne Frank. Alumnos de los últimos cursos. Chicas y chicos de entre 16 y 17 años. Conflictivos. Vandálicos. Asalvajados. Crueles incluso entre ellos mismos. Les han tomado la medida a los maestros. Los tienen intimidados. Acobardados. Acollonados. La directora del colegio está aterrada. No sabe qué hacer. Y entonces aparece su amigo Hit (Daniel Grao), un singular profesor a quien pide ayuda. Estamos hablando de la nueva serie que ha estrenado TVE-1 titulada Hit precisamente.

¡Ah! Este profesor es un elemento de cuidado. A pesar de que dice: «Ya no quiero volver a la docencia. Gano más haciendo el payaso en la tele y dando conferencias», a pesar de su reticencia, le va la marcha y se mete de lleno en el problema del colegio.  Su vida personal es atribiliaria  (un poco como 'Merlí') pero sus convicciónes son férreas y sus métodos contundentes. Tratándose de adolescentes creciditos (no de niños de primaria) sus tácticas son radicales. Incluso su propio atuendo es sorprendente: el primer día se presenta con un porte indumentario que más que un profesor parece un S.W.A.T. de Los hombres de Harrelson.

«Este colegio sufre una fuerte infección. Hay que buscar las bacterias. Soy especialista en curar infecciones. Trato a los alumnos como delincuentes, pero solo a los que son delincuentes. La palabra clave es ‘autoridad’. Hay que ser intolerante con la intolerancia». Este es su vademecum de actuación. Y un día reune a los papás y mamás de estos bad boys y les suelta: «Vuestros hijos están gravemente enfermos. Y les espera un futuro de mierda. Delegais su educación a la tele, los móviles y las pantallas. La única arma efectiva que disponeis somos nosotros, ¡los maestros!». ¡Ah!  A los padres les entra un ataque de nervios.

Hombre, esta serie engancha mucho. Desde aquella película de Sidney Poitier, Rebelión en las aulas, de 1967, el cine, y luego la tele, no han parado de producir variantes sobre el tema, con mucho éxito. En este caso  Daniel Grao interpreta un guión más basado en la acción y en el impacto que en el arte de la sutileza culta e irónica de un Francesc Orella (Merlí) o una Maria Pujalte (Merlí Sapere Aude). Más que buscar  en los clásicos de la filosofía cucharadas de néctar para alimentar el cerebro, este Hit reparte píldoras de educación con un kaláshnikov. Como serie de televisión funciona.

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