TÚ Y YO SOMOS TRES

Normalizar la crítica, pero no el insulto

Desde la vicepresidencia de un Gobierno es insensato el pim pam pum contra periodistas

Normalizar la crítica, pero no el insulto

Normalizar la crítica, pero no el insulto / periodico

Ferran Monegal

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Si Pablo Iglesias no fuera vicepresidente del Gobierno, ni Pablo Echenique diputado, las andanadas que acaban de verter esta semana contra los periodistas que no les gustan, señalando en concreto a Vicente Vallés de A-3TV, no hubieran generado el revuelo que se ha producido. Lo último de Iglesias, de ayer mismo, ha consistido en decir ante las cámaras que hay que normalizar la crítica y el insulto. Sobre la crítica estoy de acuerdo. Nada hay más perjudicial para la democracia que transformar a la ciudadanía en un rebaño de ovejas mudas, lobotomizadas y sumisas, a fín de que no podamos articular ninguna disidencia sobre el poder establecido. De modo que si Pablo Iglesias considera que hay que normalizar la crítica, aplíquese esta normalización sobre sí mismo: el primer mandamiento del periodismo es analizar críticamente, sobre todo, a los que detentan el poder en un país.  

En los años 20 y 30 del siglo pasado una mujer revolucionaria de izquierdas, indiscutible, llamada Rosa Luxemburgo, mirando la dictadura gubernamental que se estaba conformando en Rusia, advertía: «La libertad siempre es la libertad de los que piensan distinto». Conviene recordar, desde la izquierda, esta frase mítica.

Sobre la normalización del insulto, esa ha sido una apreciación disparatada, quizá propia de otros tiempos de la vida de este político, pero que ahora, como vicepresidente del Gobierno, es de una irresponsabilidad que no debería permitirse. En los últimos años hemos visto en la tele, en muchas manifestaciónes, cómo algunos insultan a los periodistas. Podría parecer que ya estamos acostumbrados a este pim pam pum. Me niego a considerar costumbre el insulto. Que un altísimo miembro del Gobierno transmita que hay que normalizar el insulto es una de las estrategias más nefastas para la gobernabilidad, la convivencia y la salud mental de un país.

Y ya puestos en el disparate, otros políticos no se han podido resistir a evacuar el suyo. El diputado de Vox, Manuel Mariscal, acaba de criminalizar la serie de TVE El ministerio del tiempo porque hace unos días viajaron al futuro y decían que en 2028 el presidente del gobierno sería Bertín Osborne. Aquí se lo conté. Fue un golpe muy humorístico. Pero me temo que explicarle a este diputado lo que es la ficción televisiva, o la ucronía, es tiempo perdido.

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