Javier Olivares: "El Ministerio es una serie de aventuras, no de historia"

JAVIER OLIVARES

JAVIER OLIVARES / periodico

Juan Fernández

Juan Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay creadores de series que viven su oficio con entrega y devoción, ‘showrunners’ que se confiesan atrapados por sus propias historias, y luego está lo de Javier Olivares (Madrid, 1958), el alma de <strong>‘El Ministerio del Tiempo’</strong>, una rara avis en la ficción de este país que mantiene con su obra una vinculación donde la apuesta profesional se confunde con el reto personal. Por el original planteamiento de la serie y ese juego de pasadizos por la historia de España que propone, y que él maneja tan bien. Por la añoranza de su hermano Pablo, con quien ideó este título hace años y cuyo fallecimiento en 2014 le lleva a vivir cada episodio como un homenaje al ausente. Y porque él mismo es el friki número uno del Ministerio. Dice que la cuarta temporada podría ser la última, pero sus ojos le delatan: ni él mismo se lo cree.

-Han pasado dos años y medio desde que la serie se despidió de la pantalla. ¿Por qué tanto tiempo?

-Podría haber sido más, o menos, o podríamos no haber vuelto nunca. Yo siempre me planteo mi trabajo como el bolero: ‘bésame como si fuera la última vez’. Cuando hago una temporada, pienso que no habrá más. Nunca se me ha ocurrido meter un cliffhanger (final en suspenso) en el último capítulo para enganchar con la siguiente entrega, siempre cierro las historias. Lo hice en el final de la tercera temporada y he vuelto a hacerlo en la cuarta.

-Cuando le dijeron que ‘El Ministerio’ debía volver, ¿qué pensó?

-Que habíamos dejado el listón muy alto y no podíamos decepcionar al público. Por eso, en esta temporada hemos querido volver al origen, a los primeros capítulos, y hacer un ‘Ministerio clasic’. El motor de esta serie son los recuerdos y en esta nueva entrega los personajes se vinculan constantemente con todo lo que vivieron hace años. La vuelta de Rodolfo tiene mucho que ver con esto. Es una temporada pensada para los aficionados.

-Los hay muy frikis de ‘El Ministerio’.

-Y me parece estupendo. Hay que reivindicar al friki, al que se apasiona con algo. Los que trabajamos en esta serie somos aún más frikis que nuestros seguidores. Yo también lo soy, aunque en mi caso hay factores personales. Para mí, seguir con ‘El Ministerio’ significa prolongar en el tiempo la memoria de mi hermano Pablo. En todos los capítulos le brindo pequeños homenajes que solo yo conozco.

-Cuatro temporadas después, ¿tiene claro por qué esta serie engancha tanto a sus seguidores?

-Es curioso, porque nunca hemos hecho grandes audiencias, pero formamos parte del lenguaje popular, aparecemos en editoriales de periódicos y en discursos políticos, somos un referente cultural. Cuando alguien logra eso, es que ha tocado la fibra de la gente. ¿Cuál es el secreto? Eso siempre será un misterio.

-¿Qué parte del atractivo de la serie corresponde a los viajes en la historia?

-Ojo: esta no es una serie histórica. Los capítulos giran en torno a personajes del pasado y todo lo que contamos sobre ellos está documentado, pero el interés del público no se mantendría si nuestros personajes no fueran tan protagonistas como los históricos. Esta es una serie de aventuras, no de historia. Si no, sería un documental.

-Trastocar la historia genera controversias, como habrá observado.

-Pero tampoco hay que preocuparse en exceso por eso. Para mucha gente, ‘El Ministerio’ es una serie de izquierdas y para otros es conservadora. Eso significa que lo estamos haciendo bien. Nuestra misión es contar historias y hacer que el público entienda de dónde venimos. A partir de ahí, que cada uno se forme su opinión. No me gusta imponer, pero tampoco limitarme a entretener. Si le digo la verdad, a mí no me importa la serie. Lo que me importa es que la gente recuerde lo que sintió cuando la vio.

-¿Se atreve a poner ‘El Ministerio’ en el contexto de la ficción televisiva española?

-Tengo claro que no podemos competir con ‘Cuéntame’, que para mí es la mejor serie que se ha hecho en este país desde la aparición de las cadenas privadas, ni mucho menos con los clásicos: ‘Anillos de oro’, ‘Curro Jiménez’, ‘Brigada central’... Aquel fue, sin duda, el mejor momento de la ficción española.

-La ficción ha cambiado mucho desde entonces.

-‘The Wired’ o ‘Los Soprano’ no tuvieron la audiencia que alcanzaron otros títulos, pero sin ellas no existiría lo que vino después. Lo que no sé es hacia dónde nos dirigimos. Me pregunto si Almodóvar podría hacer ahora ‘Laberinto de pasiones’, o Woody Allen el cine sutil que hizo en su día, o Visconti ‘El gatopardo’.

-En el quinto capítulo de la segunda temporada

-Sí, y es inevitable pensar en lo cíclica que es la vida, a pesar de lo que a veces creemos ingenuamente. Lo escalofriante de aquel capítulo, que rodamos en 2016, es que la puerta para solucionar la trama la situamos en el 2020. Fue premonitorio.

-¿Imagina cómo relataría esta pandemia en una serie?

-Lo del coronavirus está siendo tan televisado que habría que poner el foco en otro sitio para contarlo, pero no en el virus ni en el confinamiento. Me imagino un thriller. Por ejemplo, la búsqueda de un asesino en plena cuarentena. O una comedia romántica en medio del aislamiento. Esta situación da mucho juego.