ENTREVISTA

Esther Acebo: «Me parece importante que Estocolmo no pierda su humanidad»

La intérprete dice sentirse afortunada por trabajar en una serie que se ha convertido en un fenómeno mundial y que le ha permitido vivir de su profesión

ESTHER ACEBO

ESTHER ACEBO / periodico

Inés Álvarez

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Esther Acebo (Madrid, 1983) ha trabajado como presentadora y reportera (lo hizo, por ejemplo,  en Non Stop People, de Movistar+), y  en el terreno de la interpretación su carrera se ha movido tanto por la televisión (Ángel o demonio, de Tele 5), como el cine y el teatro. No obstante, es el personaje de Estocolmo en La casa de papel el que le ha dado esa abrumadora fama internacional. De todo esto  habla por videoconferencia desde su casa, donde espera pacientemente a que acaba el confinamiento para seguir con el rodaje de una película que tuvo que abandonar repentinamente.

Quién iba a decirles que en el estreno de esta cuarta temporada los telespectadores estarían tan encerrados como los atracadores de La casa de papel... 

Nadie nos imaginábamos jamás una situación como esta, la verdad. Es que parece una peli de ciencia ficción. Y más que nunca va a haber una empatía con el confinamiento y la claustrofobia de estar encerrado,  de no poder salir. Pero mucha gente me está diciendo: «¡Ahora sí que van a ver La casa de papel!». Y yo pienso: ¡ojalá pudiera ser de otra manera! Pero si conseguimos entretener a la gente y  llevar a sus casasnarte y cultura... Y hacer que su cabeza desconecte para entrar en nuestro peculiar encierro en el Banco de España...

Estocolmo, su personaje, está muy integrada en la banda, pero se le ve que ha estado al otro lado y que empatiza con los rehenes.

Sí, algo de lo que yo renegaba al principio es de que todos los atracadores fueran tan guays. Son personajes increíbles. Parecen sacados de El Escuadrón Suicida. Y Mónica, mi personaje,  solo ers una mujer normal. Pero cuando dejó de ser rehén para pasar a formar parte de la banda, pensé: ahora Estocolmo ya es una de ellos, pero sigue siendo una persona normal, y es importante que no pierda esa humanidad. 

No se cambia de un día para otro.  El paso que dio de rehén a atracadora fue por amor a Denver (Jaime Lorente).

Claro. Una cosa es que esté de acuerdo con aquello con lo que está luchando y forme parte de ello de forma activa, ya que se le ha visto con armas y demás, defendiendo toda esta causa. Pero creo que es importante que no deje de ser humana. Y cada uno de los personajes muestra su humanidad de una manera diferente. Precisamente por esto, esta temporada, además de preocuparnos por el atraco, hay  muchos conflictos personales. Porque, al fin y al cabo, lo que hay dentro de este atraco son personas. Entonces, además de toda la gran trama, pasan muchas cosas entre los atracadores que van a hacer surgir pequeños y grande conflictos.

Hay un desencuentro entre Estocolmo y Denver, su pareja. Esto tenía que pasar. Son muy diferentes.

Por suerte o por desgracia, esta parte, y la parte anterior, dejan ver que... Como cuando termina una pelícúla en la que se casan y son felices, que piensas: qué  pasaría si abrieras una puerta y se viese qué sucede después... Y para bien y para mal eso es lo que les ocurre a los personajes de Denver y Estocolmo. 

"Esta temporada, además de preocuparnos por el atraco, vivmos muchos conflictos personales"

¿Han pasado a la otra etapa?

Creo que hay algo en esencia entre ellos dos que ha conectado mucho, pero ahora sus vivencias y su forma real de ser y todo lo que tienen alrededor, que está haciéndoles estar en un punto de mucha tensión, va a salir y, obviamente, eso les distancia y les separa. Son situaciones que no son nada cómodas para ninguno de los dos. Si van unidos, pueden ayudarse mucho. Pero si se desunen, creo que sufren mucho también. Pero, claro, no es fácil sumar en ninguna conviencia, y mucho menos en esas circunstancias (ríe).

"Gandía provoca una sensación de acorralamiento entre los atracadores. De verdadera claustrofobia"

Con un monstruo como Gandía por enmedio, desde luego que no...

Gandía provoca una gran sensación de acorralamiento entre los atracadores. La presión de afuera es muy grande y, de pronto, encima tenemos a alguien que la ejerce desde dentro. Entonces, la sensación es de verdadera claustrofobia.

Si uno viaja por el mundo ya no le preguntan por Messi, si no por La casa de papel.

La parte buena es que no ha sido un salto de un día para otro;  ha habido todo un proceso. Nosotros vivimos primero el tener La casa de papel en la tele, en Antena 3; luego dio el salto al Netflix, que fue algo bastante grande. Después vino el estreno de la tercera temporada y, finalmente, este  tan extraño de la cuarta. Es como que se van viviendo muchos cambios y hay que agarrarse a todo lo positivo que nos trae a nivel profesional. Porque es supertriste, pero hay un porcentaje muy pequeño de actores y actrices que pueden vivir de la profesión.   

¿Se siente afortunada?

Sí. De formar parte de ese porcentaje, ya que hace no tanto tiempo tenía que compaginar el trabajo en el teatro con muchos otros para poder salir adelante. Ahora podemos vivir de la profesión, y eso es más que suficiente para estar agradecida. Y, después, recibir muestras de cariño para la serie, que es como recibir un aplauso. Hay algunos momentos que son como un poco de vértigo: cuando te paras y te das cuenta de la cantidad de gente que está pendiente de cada uno de tus movimientos. Ojalá la serie siga,  que sigamos trabajando muchísimo y que nos podamos ir viendo. Y que esta industria siga creciendo y también ese porcentaje de actores y actrices que puedan vivir de la profesión.

¿Qué planes profesionales le ha fastidiado el confinamiento?

Estaba pendiente de un proyecto que se había atrasado. Y cuando por fin me llegó y estaba rodando la película, empezó la emergencia un sábado, y al jueves siguiente nos llegó el triste e-mail en el que se nos decía que se cancelaba el rodaje. Tuve un primer momento de enfadarme mucho y ponerme supertriste, pero, acto seguido, cambias la cabeza. Y esto es lo positivo que estoy recogiendo de esto días: poner un poco más conciencia en lo social. Porque, al fin y al cabo, aunque se me paralice un trabajo, estoy en casa, tranquila y sana. Es importante tener conciencia social en que esto mejore. Y, aunque me duela mucho, un trabajo es solo un trabajo.