ENTREVISTA

Boris Izaguirre: «Mi rol en 'Prodigios' es que no decaiga nunca el buenrollismo»

Boris Izaguirre, en 'Prodigios'

Boris Izaguirre, en 'Prodigios' / periodico

Inés Álvarez

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Boris Izaguirre (Maracay, Venezuela, 1965) no necesita presentación, porque desde que desembarcó en Crónicas marcianas armado con su histriónico glamur se ha convertido en un personaje querido por la tele en España. Últimamente le hemos visto en dos ediciones de Masterchef celebrity y en Lazos de sangre, espacio este último que está a punto de volver a TVE-1. Mientras prepara una serie sobre Miguel Bosé, disfruta presentando esa pequeña joya de la tele pública que es Prodigios El sábado, 7 (22.05), será la semifinal, y el día 14 se conocerá al ganador.

Quién iba a pensar que un programa con niños que interpretan música y danza clásicas y lírica triunfaría en el prime time.

Es que este programa está lleno de positividad, y creo que esa ha sido la clave. En un momento en el que todo son crispaciones y miedos --es un poco esa la sensación que estoy viviendo desde que empezó este siglo--, de repente sale este programa que habla de inspiración, de serenidad... y ves que hay luz al final del camino. Porque hay gente que cree en su talento, que entiende que la manera de seguir adelante es sortear obstáculos. Todo ese tipo de enseñanzas es lo que lo ha hecho triunfar. Y el programa debería durar más, porque el efecto de ver que hay una cantera imparable de gente jovencísima haciendo lo que quiere hacer es tan benéfico que lo necesitas. Eso es lo grandioso de este programa. 

Y eso que lo positivo no vende.

Sí. Es cierto que en los últimos años se ha entendido que cuanto más negativo, cuanto más conflictivo sea el sentimiento que algo te genera, más te gusta y más deseas volver a ello. Pero no, en realidad necesitas descansar un poquito de tanta tensión. Yo ciertamente no imaginaba que este programa despertaría en la audiencia cosas que creía dormidas, como este deseo de ver algo positivo.

¿Qué parte de culpa tiene usted en ese éxito? Porque uno no se imagina un presentador mejor.

Macarena Rey, CEO de Shine Iberia, me dijo que quería que lo hiciera yo, porque  tengo muy buena mano con los niños. No creo que eso sea lo primero que a la gente se le pase por la cabeza al verme, pero sí que es cierto que hablo con ellos de tú a tú. 

También cuenta con un jurado de lujo. Ainhoa Arteta, siempre que tiene que valorar, dice que se quiere ir y no volver. Y vuelve.

(Ríe) Ainhoa, Nacho Duato y Andrés Salado se involucran muchísimo. El verdadero prodigio de este programa es contar con ese jurado tan exacto, tan idóneo y a la vez tan difícil de reunir para hacer un programa de televisión. 

Y con unos grandes prodigios.

Sí. Y al ser tan jóvenes, nos sorprenden por lo increíblemente disciplinados que son, por la exigencia que tienen. Y por poseer una capacidad de encaje que uno ha perdido totalmente. A mí que me valoren me parece una cosa absurda, cuando en realidad no hago más que ponerme a examen con cada gala. Y lo paso fatal. Soy el que peor lo lleva. 

¿Aún a estas alturas?

Sí. No quiero conocer los resultados, ni que me llamen por teléfono el domingo por la mañana, porque estoy agobiado. Yo me quedo flipado con la actitud que estos niños tienen con respecto a su talento. Saben que se deben poner a prueba porque así funciona su mundo.  

¿Admira su disciplina?

Sí. Yo nunca la he tenido en la vida. Porque todo me llamaba la atención; pensaba que todo lo quería hacer. Nunca he tenido rigor académico y  respeto muchísimo eso en ellos. Por eso me llevo tan bien con esos niños,  porque estoy totalmente en la clave de que estoy aprendiendo de su conducta, de cómo afrontar la vida...

"Me pongo a examen con cada gala. Y lo paso fatal. No quiero ni que me llamen el domingo por la mañana"

Gusta ver cómo le tira los tejos a Salado y su obsesión por el glamur.

(Ríe) No sé. Pero podría hablar menos. Aunque es una gala extensa. En una reunión dije: «¡Cómo puedo hablar tanto!», y me contestaron: «Boris, nos encantan las cosas que le agregas, lo que le pones». No obstante, lo único que le pedí a Macarena y a Ana Rivas, directora de programas de Shine Iberia, es que me dirigieran y que ensayáramos todo. 

Le creía el rey de la improvisación.

Es verdad que yo empecé mi carrera en la televisión apoyándome mucho en la improvisación y en la adrenalina del directo. Pero con los años la propia televisión me ha hecho ver que si ensayo algo, sale muchísimo mejor. Y en los ensayos me pongo muy necio: si tengo que subir escaleras, las subo.... Eso se lo copié a Rafaela Carrá, porque hice con ella un programa, Rumbo a Eurovisión. Y me dijeron: «Prepárate, porque es increíble el nivel de ensayo».

¿Tan metódica es la Carrá?

 Sí. Me dijo: «Boris, tengo que ver cómo me voy a sentar, porque si de repente tengo que mover la pierna, que quede bien». Y es uno de los mejores consejos que he recibido. Las cosas, si las ensayas, salen mejor. También para la vida. Si pudiéramos ensayar el enamorarse, el matrimonio, la enfermedad... todo saldría mucho mejor. Afortunadamente, en televisión se concibe el ensayo y lo tienes que exprimir. Yo estoy sumamente relajado, pero tengo mucha más seguridad que en cualquier otro programa en los que he participado, ya que tengo muy claro lo que voy a hacer.

O sea, que improvisa... 

Claro, sí, porque pasan cosas. Vino India Jiménez con un traje increíblemente llamativo que no había visto y le dije: «¡India, es muy hermoso! ¿Cómo te lo pones?». Porque era imposible de entender. Y me dijo: «Empiezo por el brazo». ¡Ese momento fue fantástico! Tampoco puedes prever que Nacho se quite el calcetín para mostrar cómo poner la punta del pie. Pero todo eso funciona si lo tienes claro, si sabes dónde estás.

Tampoco sería Boris Izaguirre sin su gran culto al glamur.

Cierto. Disfrutamos mucho eligiendo el vestuario. Pero luego pasan cosas como ese día que a Juan Avellaneda no le dio tiempo de mandar el traje con mis medidas y tuvimos que echar mano del show room. Y, claro, evidentemente se me veía un poco más apretado que con otros trajes. Estaba pegado. Lo tuvimos que deshacer por dentro para que yo pudiera meterme la americana. Pero ese tipo de cosas son fantásticas. Además, la forma de hacer el programa ayuda mucho, porque no deja de ser un rodaje corto, solo son dos semanas, y es muy agradecido. Tanto como el directo, sin duda, aunque tiene un poco más de rollo, porque se hace un poco en familia, y pasan estas cosas: no llega la ropa y hay que inventar. Lo disfruto muchísimo. Y mi verdadero rol es que no decaiga nunca ese buenrollismo, que creo que es esencial.

"'Masterchef celebrity' no es un programa, es una rehabilitación. Te enfrentas a tus miedos, a tus tics..."

No es su único proyecto ilusionante. ¿Qué me puede contar de la serie sobre Miguel Bosé?

Muy poco, porque estamos en una etapa superinicial. Yo estoy deseando hacer equipo con alguien como Ángeles González-Sinde, porque la admiro muchísimo, ya que me parece una escritora y guionista muy especial. Única. Nos hallamos en ese proceso en el que estamos de acuerdo en qué hacer. Y me doy cuenta de que va a ser un proyecto muy observado, que prácticamente lo estamos escribiendo delante de la gente, lo que no deja de inquietarme. 

Pero escribir es una de sus grandes pasiones. Lo disfrutará.

Sí. Yo me he dedicado los últimos 24 años a hacer narrativa. Y una de las cosas que me ha gustado mucho es escribir para lo audiovisual. Por lo que me encanta la oportunidad que este proyecto me da. Yo empecé escribiendo series para televisión en Venezuela, pero después mi trabajo literario siempre ha sido en la narrativa y, ahora, volver al mundo del argumento y el diálogo me entusiasma. Me parece increíble ir haciendo,  de la mano de Shine Iberia, una serie basada en la vida de una persona a la que admiro muchísimo.  

Promete, la verdad.

Tengo entendido que Miguel quiere ser muy franco en esta experiencia. 

Ha repetido este año en Masterchef celebrity.

A mí me gustará más repetir en el debate de Lazos de sangre, que va tener una temporada más extensa. Ya están anunciando su estreno en TVE-1. Porque yo, de lunes a viernes, me veo la programación completa: Servir y  protegerMercado central, Aquí la Tierra, que me encanta... Todo. Y he visto que están anunciado una nueva temporada de un programa en el que yo personalmente he crecido mucho. Me encantó que contaran conmigo para hacer el debate en la pasada temporada. Al contrario que en Prodigios, era en directo y me sentí bastante en casa. Pero cuanto más supiera del material, más seguro estaría. Y como allí no podía ensayar, quería ver todos los documentales completos y solo, para tomar notas de lo que me interesaba y hacerlo parte del debate.

Y dice que no tiene disciplina...

Yo creo que esto es muy importante. En televisión da la sensación de que todo tiene que ser jovial, directo, real, pero a veces se olvida que es una industria muy complicada y es un trabajo que ocupa mucho tiempo, porque es delicado. Por lo que cuanto más se profesionalice, mejor funciona. Estoy convencindísimo. Y en cuanto a Mastercherf celebrity, no creo que me llamen otra vez. Alguien diría: «¡Bueno, ya huele un poquito!».  Aunque yo soy feliz en ese programa. En realidad, no es un programa, es una rehabilitación. Y como toda terapia conviene ir anualmente, sin duda. Porque cada año aprendes algo nuevo, ya que te enfrentas a ti mismo: a tus miedos, a tus fantasmas, a tus  tics ... Porque a lo largo de los años vas acumulando tics. Pero ahí lo que importa es que hagas el plato, que sepas hacer algo que nunca terminas de aprender. Es algo que agradezco. 

"Yo he revolucionado la tele privada durante años y ahora lo estoy aprendiendo a deslizar en la pública"

O sea, que no descarta volver.

 Rubén, mi marido,  me dice: «A ver si te llaman otra vez y por fin ganas». Porque la primera vez llegué a semifinalista y la segunda, a finalista. A ver si en una tercera ocasión gano. Pero sería un poco loco. E improbable. Porque a lo que realmente voy es a pasármelo bien. Este año me di cuenta de que ganaría Tamara Falcó, porque se lo tomó super en serio. Le dije: «Este programa es una rehabilitación para sacar lo mejor de ti. Y te tienes que dejar llevar». Y entendió perfectamente que era una oportunidad para demostrarse a sí misma que si se enfoca en algo, lo consigue.

Ha salido muy fortalecida.

Totalmente. El programa es un éxito en su capacidad de rehabilitar. Y también para mí, aunque no ganara. Porque la primera edición en la que aparecí me devolvió al público, ya que yo estaba bastante desaparecido. Volví a estar y contar otra vez con el cariño y el afecto de la audiencia.

Sus coqueteos y besuqueos en ese programa, que contagió a todos, eran impensables antes en TVE. ¿Ha revolucionado la tele pública?

Es uno de mis dones. Lo he hecho en la televisión privada durante muchísimos años y ahora lo estoy aprendiendo a deslizar cómodamente en la televisión de todos los españoles. Y estoy feliz de mi rol, porque cuando llegué, ellos llevaban cuatro semanas, pero no terminaba de hacer clic el programa.

¿No haría un reality con su hermana, que es todo un personaje?

¡Ay, no, por favor! Es que llevamos tantísimos años viviendo con ese grado de tensión máxima en nuestra relación... Si sirve un poco para que se tranquilice, encantado de la vida. Pero tendríamos que tener muchos puntos ciegos para que yo pudiera gritar para desahogarme y tranquilizarme y así poder seguir. Ella tiene suficiente estamina para hacer cuatro realities ella sola. Hace muchísimos años que vive en Los Ángeles, un lugar que está lejísimos de todas partes. Con lo que hay una gran distancia física entre nosotros, que es importantísima en este caso.