TÚ Y YO SOMOS TRES

A Merche no le permiten liberarse

A Merche no le permiten liberarse. Tú y yo somos tres. Por Ferran Monegal

Merche y Max, en 'Cuéntame...' (TVE-1). / periodico

Ferran Monegal

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Estaba cantado. Era previsible. Lo veíamos venir antes de que pasase. El supuesto flirt, o romance, entre Merche y Max sabíamos de antemano que acabaría en nada. Hombre, no llega la cosa a la acritud, o a las patadas, que se están dando ERC y JxCAT. Hoy no les hablaré de la política vista por la tele. Hoy les hablo de Cuéntame... (TVE-1) que años atrás era una serie de televisión muy interesante, reflejo de momentos históricos y cruciales de la España contemporánea, y que ha acabado transformada en el simple y doméstico culebrón de los Alcántara. Ahora mismo los guionistas están intentando arreglar el lio en que se metieron, tiempo atrás, cuando decidieron que Merche y Antonio se divorciasen. ¡Ahh! Fue un error garrafal. Con Merche Antonio separados esta comedia no funciona. Carece de sentido. Sería como intentar separar a aquella Familia Ulises del TBO del siglo pasado. De modo que ahora llevan semanas escribiéndoles guiones para volverlos a juntar. Hay un gran damnificado en todo este giro de guion tan desatinado. Es Max. Lo interpreta Ramon Madaula. Le ha tocado hacer de anzuelo para que los divorciados regresen al redil matrimonial. Resulta que Max y Merche se agradan. Van al aeropuerto. Quieren iniciar una histora de amor en Florencia. Pero ni viajan a Italia, ni pernoctan en el hotel del aeropuerto, ni nada de nada. Antes de meterse en la cama del hotel los guionistas se inventan una escena delirante: la abuela Herminia se pierde por un bosque, y claro, Merche abandona a Max, porque tiene que ir en busca de su madre. ¡Ah! Lo más catastrófico que le puede pasar a un culebrón es que la audiencia sepa lo que va a pasar antes de que pase. Eso provoca un recochineo bárbaro.

Hay otro aspecto a reprochar –y no solo desde el feminismo– en el desarrollo de esta historieta. A Antonio Alcántara nos lo dibujan como amante ocasional de una vecina que se llama Catalina. Se acuestan con toda naturalidad. Con Merche ocurre lo contrario. Pata quebrada y en casa. Parece que los constructores de esta serie no podían soportar a una Merche liberada. Supongo que el mundo feminista está que arde. Triste papel también el de Max. Le han contratado para que haga de amante de Merche, y jamás lo será. Creo que ya se prepara la reconciliación de Merche y Antonio para dentro de nada. Como Dios manda.