TÚ Y YO SOMOS TRES

El tractor va mejor con vino que con gasoil

El tractor va mejor con vino que con gasoil. Tú y yo somos tres

Chicote con Juanete y su tractor (La Sexta). / periodico

Ferran Monegal

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Ha regresado Chicote con nuevas entregas de Pesadilla en la cocina (La Sexta). Los servicios de producción le han preparado un arranque de temporada a la altura de lo que esperamos de este programa. O sea, un espatarrante show en algún destartalado figón o restaurante, con propietario surrealista, cocinera o cocinero mugriento y delirante, camareros enfrentados entre sí, y sobre todo, a ser posible, algún ratón o legión de cucarachas circulando por encima de la salsa mahonesa, en un mar de moho y de cochambre. Esto provoca en la audiencia una mezcla de risas y de repelús, que son la base del éxito del programa. Han conseguido una fórmula que funciona a la perfección. Se te pone la carne de gallina mientras vas viendo toda aquella porquería que sirven a la carta, y al mismo tiempo te vas desternillando en casa y las carcajadas retumban por el vecindario.

En este arranque han encontrado, en Jerez de la Frontera, el cortijo Mosto Tejero, cuyo propietario, Juanete, se pasa la jornada laboral pegado a una botella y dando palmas. El personal contratado campa a sus anchas, como si aquello fuera jauja. Juanete, desnortado, perdido siempre en el fondo de una copita de mosto peleón, acaba entrando en crisis total. Coge la puerta, les manda a todos «a tomar por el culo ‘joputas’», y huye montado en su tractor al grito de yo soy agricultor y el puto restaurante te lo puedes quedar Chicote, te lo regalo. ¡Ah! Ese Juanete alejándose montado en un tractor por un campo enfangado, ha sido un golpe agropecuario impactante. Y más considerando que es muy posible que Juanete, al tractor, en lugar de echarle gasoil, le eche morapio.

Este programa tiene éxito en función de lo disparatados que sean los personajes que encuentran circulando por los caminos vecinales de la España invertebrada. Y Chicote sabe entrar al trapo incentivando el aquelarre. Nada que ver con aquel otro Chicote, denunciador, que investigaba lo que les dan de comer a nuestros hijos en algunas escuelas sin escrúpulos, o a nuestros ancianos en desalmadas residencias de la tercera edad. Aquel era un Chicote que a los políticos responsables de esos establecimientos públicos les sacaba los colores y quedaban retratados. Este Chicote de Pesadilla en la cocina es otro registro: es el despiporren por la vía gastronómica más despendolada y extravagante.