TÚ Y YO SOMOS TRES
1001 peleles asesinos
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Ferran Monegal
Marismas del Guadalquivir. Revuelo de alegres y descalzas señoritas. Asidas a un blanco lienzo, en corro, mantean a un pelele relleno de trapo y serrín. Si estuvieran en Valencia en lugar de Sevilla, parecería una de aquellas estampas de Sorolla cuando en la playa de la Malvarrosa pintaba bañistas. ¡Ah! Qué delicada –no me canso de repetírselo– es esta serie, La otra mirada, que emite TVE-1 La otra mirada. Es una delicia. Y, sobre todo, tiene un nervio feminista magnífico.
Esta semana la profesora Teresa les ha contado a las alumnas de la Academia de señoritas la historia de aquel dibujo de Francisco de Goya y Lucientes, ilustración sobre cartón para tapiz, titulado El pelele. Les explica que una vez al año –solo una, eso sí–, el domingo de carnaval concretamente, una vieja tradición permite a las mujeres reunirse en corro, en grupo, y mantear a un pelele de trapo que durante el año hayan cosido. «El pelele simboliza la autoridad. Y a nosotras se nos autoriza, una vez cada 12 meses, que lancemos el muñeco por los aires y nos podamos rebelar un poquito», les dice Teresa a las niñas. Y como pueden comprender, en aquella aula la alegría fue indescriptible. Se pusieron todas a coser, a toda prisa. Terminaron el muñeco en un plisplás. Y entonces se produjo esa escena a orillas del Guadalquivir, todas manteando al pelele, como una fiesta de la rebeldía.
Debo advertir, a los que no conozcan la fiesta del manteo del pelele, que en la Comunidad de Madrid esta tradición pervive. Antes fue más guerrera y reivindicativa. Hubo años en que al pelele le ponían cara. La de algún cacique, o político cafre, que se había ganado la repulsa popular. Hoy ha derivado en una fiesta bulliciosa, inocente y casi infantil. No es este el sentido que Teresa les transmite a sus alumnas. En pleno carnaval, en el baile de los disfraces y las mascaritas, el manteo del pelele era la única –y puntual–explosión de queja, de reclamación de justicia, permitida.
Esta serie, que transcurre en los años 30 del siglo pasado, refleja con gran intención y maestría, la pena de ser mujer, por ser mujer, en una sociedad enormemente machista. Ha sido una elección oportuna la de TVE. La aplaudo sin reservas. Ha emitido este capítulo la semana en que, echando la macabra cuenta de los crímenes, sale la espeluznante cifra de 1001 mujeres muertas a manos de 1001 peleles asesinos.
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