TÚ Y YO SOMOS TRES
Cayetana, sin brillo y en espera de destino
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Ferran Monegal
Estrella de la campaña, artista revelación en los debates televisivos, ahora resulta que Cayetana Álvarez de Toledo (PP) no casa, no gusta, no encaja en los planes de su partido. Hace apenas 30 días su inclemente virulencia dialéctica era impulsada y aplaudida por buena parte de la dirección del PP. Hoy parece condenada a vagar extramuros del núcleo decisivo. ¡Ah! Este tipo de criaturas que pasan, en un santiamén, de ser estrellas refulgentes a meteoritos que navegan a oscuras en espera de destino, son ideales para Risto y su Todo es mentira (Cuatro), un programa que ya les advertí que es la resurrección de aquel ¡Aquí hay tomate! de hace 15 años, pero ahora en clave política.
Esta semana le han dedicado a Cayetana unos impactos muy tomateros y efectivos. Sobre unas imágenes de ella, de archivo, incrustaron enormes rótulos que decían: «¡La odian! / ¡No la soportan! / ¡No la pueden ni ver! / ¡Cayetana repudiada!», y añadierona a esta especie de tomatina de Bunyol televisiva aquel tema de Los Brincos que dice: «Nadie te quiere ya / Qué vas a hacer / A donde irás». ¡Ah! El estilo Tomate es terrible. Es una mezcla tremebunda de cómic. mordacidad y recochineo, todo bien agitado y metido en el microondas para que esté bien calentito. Coincido en que el proceso de auge y caída de Cayetana Álvarez de Toledo es muy atractivo. Merece analítica. El Partido Popular la lanzó al ruedo televisivo y la transformó en artista en un plisplás. Su mordiente y ferocidad coincidían con la estrategia que entonces Pablo Casado impelía.
Uno de los golpes más espectaculares que protagonizó en Catalunya fue presentarse en el debate de TV-3 vestida de amarillo. ¡Ah! Fue un impacto interesante. En lugar de seguir la estrategia de Ciudadanos y andar con un cúter arrancando lacitos, se puso de amarillo para reivindicar que los colores no son propiedades privadas ni exclusivas. En el 'telehipódromo' estatal sus intervenciones también fueron muy jaleadas por Pablo Casado y sus entornos políticos. Consiguió elevar más su acidez argumental. Y acabó llamando vieja senil a Manuela CarmenaManuela Carmena. ¡Ah! Ese fue otro gran error, además de una mezquindad muy ruín. Ahora el batacazo del PP ha provocado su ocaso. O sea, la estrella ya no brilla. El cruel sarcasmo de la red ya le ha buscado destino: «Cayetana, vente a Vox», le dicen. Por ahora, es objetivo de tomatinas televisivas.
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