TÚ Y YO SOMOS TRES

Los cuatro pecados del periodismo

Ferran Monegal

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La única entrevista televisiva al Papa Francisco que recuerdo fue la que le hizo el periodista israelí<strong> Henrique Cymerman</strong> en junio del 2014. La emitió la cadena Cuatro, sin promoción, casi de tapadillo y a una hora intempestiva. Bien distinto ha sido ahora la que le ha hecho <strong>Jordi Évole</strong> (<em>Salvados</em>). La Sexta se ha volcado en el calentamiento de motores. Se lo merecía. Ha sido un encuentro de interés superlativo. La impresión de que es un hombre bueno –que es la que ya teníamos– es lo que podríamos señalar como resumen. Un hombre bueno que ha sido franco, directo, hasta denunciante, con temas como la inmigración (casi rompe a llorar el Papa cuando<strong> Évole</strong> le sacó una afilada concertina), o los asesinados sepultados en las fosas comunes. Un hombre bueno que no obstante ha tenido que aprender que ser Papa a veces conlleva hacer equilibrios con la palabra, o con el silencio, ante temas puntiagudos.

Sobre la exhumación de Franco, por ejemplo, ha preferido hacer un pasapalabra. Sobre el aborto, un pasar por ese alambre con mucho cuidadito. Pero cuando Évole le preguntó si en el templo había mucho mercader todavía, recordándole que Jesús les echó a latigazos, contestó: «Sí. Los hay. Pero Jesús los echó por hipócritas»; o sea, no por mercaderes. ¡Ah! Fue una ironía papal que liga con la respuesta que dio a la pregunta: «¿Es usted anticapitalista?», y contestó: «No. Hay un capitalismo sano», lo cual demuestra que en estos seis años de papado ha aprendido a caminar sobre las aguas, como Jesús sobre el lago Tiberiades.

Hizo diana en su síntesis de los cuatro pecados capitales que aquejan al actual periodismo. Primero la desinformación, «contar a medias las noticias», o sea, silenciar lo que no gusta, lo cual es una forma de hacer trampas y mentir. Segundo, «la calumnia». Tercero, «la difamación». Y cuarto, «la cropofilia», es decir, revolcarse en la cloaca en lugar de hacer información limpia. Évole le dijo que había hecho un análisis certero. Pero le añadió que en España algunos medios que dependen de la Iglesia lo practican. El Papa contestó: «Los conozco. Católicos de misa y luego no paran de ensuciar a los demás».

Fue luminosa su oposición a los que, en lugar de puentes, construyen muros. «Quien levanta un muro termina prisionero del muro que levantó». ¡Ah! Oportuna reflexión para el conflicto España-Catalunya.