TÚ Y YO SOMOS TRES

La oenegé de la papada, con vagina afectada

Ferran Monegal

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Sostiene Papitu, nuestro canario flauta, con una admiración muy sincera y extraordinaria, que si Tele 5 no se hubiera instituido en la primera oenegé de criaturas televisivas menguantes, los índices del paro y del hambre en España crecerían de manera insoportable. Lo que está haciendo esta cadena, por ejemplo, con Carmen Borrego, una de las hijas de la señora CamposCampos, es admirable. La acaban de contratar ahora, de nuevo, en el Deluxe de esta semana, para que enseñe su segunda operación de la papada porque resulta que la sotabarba se le había descolgado.

Primero, durante dos horas largas, la mantuvieron por el plató deambulando, cubierto el rostro con una especie de mantilla o velo negro, similar a los que usan las devotas feligresas en la misa o en los Oficios de la Semana Santa, pero en realidad era un inquietante tapete mosquitero oscuro y calado, que le habían encasquetado. ¡Ah! A mí me recordó a esos enigmáticos seres que aparecen de pronto en un recoveco del Castillo del Terror del Tibidabo, cuando vamos con mi nieto algún sábado por la tarde, y nos queda el cuerpo la mar de sobresaltado. A Carmen la fueron enfocando, repetidamente, para impresionarnos, y finalmente, pasados 120 minutos largos, le quitaron el oscuro manto facial, mostró la nueva papada y los servicios de aplausos del programa le dedicaron una ovación muy entrañable.

Hombre, visto el espectáculo hasta ese momento, podría parecer que ha sido un trance fácil para Carmen. No lo crean. El tipo de oenegé que practica Tele 5 es estimable, pero antes de soltar la ayuda económica, la subvención, la pasta, la criatura a la que socorren debe someterse al aquelarre. En primer lugar aguantar los comentarios de los acreditados cotillas del programa, versos de buen gusto, ingeniosas comparaciones con la fauna acuática, del tipo: «No es Carmen Borrego, ¡es un pez globo!». Y luego al análisis de un llamado morfopsicólogo, que advirtió: «Todo  descolgamiento del músculo facial también afecta a la vagina, o al pene si fuera hombre. Eso produce menos satisfacción en la relación entre ella y su marido». Y claro, ahí Carmen, como es natural, comenzó a cabrearse. ¡Ah! Sostiene Papitu, nuestro canario flauta, que la próxima operación de cirugía que esta oenegé le contrate, si vuelve el morfopsicólogo, habrá una desgracia.