FENÓMENO GLOBAL

El culebrón turco conquista el mundo, y España

Tras EEUU, Turquía es el país que más producción audiovisual exporta

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Adrià Rocha Cutiller

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Él le acaricia el pelo por la nuca y ella le mira con cara de corderito degollado. Él acerca su cara a la de ella; los ojos de ambos a punto de tocarse. «Tengo miedo a perderte», dice él, pronunciando cada sílaba de la frase de la forma más grave, profunda y sobreactuada posible.

Los violines románticos de fondo, mientras el hombre pronuncia la frase, incrementan; la cámara, nada tímida, se aproxima imparable hasta captar incluso la humedad de las pestañas de la joven. «No tienes ninguna razón para tener miedo», le contesta ella, ya conquistada para siempre jamás hasta el fin de los tiempos. «Te amo», contesta él. «Te amo», responde, ocurrente, ella.

Entonces, el hombre del violín se anima: ambos, sentados en la playa, justo en frente del agua, se funden en un beso pasional que, ininterrumpido, acaba por durar horas. Se ve que no les molesta que la arena se les meta en los calcetines.

La escena pertenece a la telenovela turca ‘Fatmagül’, estrenada en Turquía en el 2010, y es, seguramente, uno de sus momentos más icónicos. Ha sido visto hasta la saciedad en todo el mundo: desde Argentina a Afganistán pasando por Perú, Ecuador, Brasil, EEUU, Francia, Macedonia del Norte, Ucrania, Israel, Eritrea, y Pakistán, entre muchos otros países. Entre ellos, por supuesto, también está España, a través del canal de Atresmedia Nova.

Desde el 2007 hasta hoy, las telenovelas turcas —Turquía produce miles de series idénticas cada año— han estado expandiéndose por el mundo como un virus imparable: en la actualidad, Turquía es el segundo país del mundo que exporta más material audiovisual; solo por detrás de EEUU. En el 2018, el valor de estas exportaciones llegó a los 350 millones de dólares.

'Fatmagül' ha sido la más exitosa hasta la fecha, pero otras llegan tras ella pegando fuerte: ‘Madre’ (Nova), —‘Anne’ en turco— se estrenó este domingo, 24 de marzo, en el canal Nova. La telenovela reventó registros de audiencia en Chile, México, Georgia, Indonesia, Irán y un largo etcétera que parece infinito.

Fenómeno mundial

Fenómeno mundial«El interés en series turcas está creciendo en todos sitios —escribió, hace unos meses, la periodista cultural turca Esin Kucuktepepinar—. Los extranjeros reconocen actores turcos que ni yo conozco. Además, hay una especie de turismo nuevo que consiste en ir a ver los lugares en los que las telenovelas han sido filmadas».

Y, por descontado, el gobierno turco intenta aprovechar el tirón: en los últimos años, mientras el turismo europeo a Estambul cae, el árabe se ha multiplicado. Uno de los motivos es el de las telenovelas turcas.

Es el caso de Leen, una joven saudí: «Con mi hermana nos pasamos el día viendo series turcas. Así que cuando tuvimos vacaciones escolares decidimos venir a Estambul por un mes. El idioma me encanta», dice Leen, que gracias a —o por culpa de— las telenovelas turcas ha empezado a estudiar turco. Y dice, además, que se le da bien: «Muchas palabras y referencias ya las conozco de la televisión».

Pero, ahora, a Leen le ha aparecido un problema, porque Arabia Saudí ha decidido eliminar todas las telenovelas turcas de la parrilla televisiva. Los responsables de las cadenas dicen que es por su «contenido inmoral»; muchos expertos piensan que es por las malas relaciones entre Ankara y Riad por el caso del periodista asesinado Jamal Khashoggi. Los saudís, enganchados a la droga dura de las telenovelas tucas, mientras sus gobiernos discuten, las ven pirateadas por internet.

Mansiones, pasión y coches caros

Mansiones, pasión y coches carosEl secreto de todo esto, considera la periodista Kucuktepepinar, es, precisamente, el estilo de vida que venden: «Pasan en mansiones enormes y en coches de alta gama, donde ricos y pobres se mezclan. Muestran cómo los ricos y los exitosos se enfrentan con los problemas de la vida cotidiana, justo como todos los demás hacemos», escribe la experta.

En las telenovelas turcas hay de todo: actores demasiado expresivos, bandas sonoras estruendosas, dinero, botox, celos, sexo, mujeres espectaculares ligeras de ropa, hombres musculosos vestidos de traje, droga, disputas familiares, alcohol, amores imposibles, despecho, yates, móviles caros, aviones privados, peleas legendarias, borracheras indeseables, resacas imposibles, pistolas, subfusiles, alguna granada de mano y, sobre todo, mucha adrenalina. No hay, eso sí que no, contenido político alguno.

Y eso, precisamente, es lo que las hace tan populares: están pensadas para que la gente, por un rato, escape de su vida. En Turquía todo el mundo las ve. «’Madre’ es una serie muy emocional. La vi entera —dice y se disculpa Azra, estudiante turca—. Los turcos amamos el drama».