TÚ Y YO SOMOS TRES

Un padre de alquiler horroriza a Basté

Basté anonadado en Tokio (TV-3). Tú y yo somos tres, por Ferran Monegal

Basté anonadado en Tokio (TV-3). / periodico

Ferran Monegal

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Un buen golpe de estupor, de horror, de consternación, si está bien interpretado, siempre funciona en la tele. Y Jordi Basté, en su nuevo programa No pot ser! (TV-3)No pot ser!, lo ha teatralizado con mucha convicción. Paseaba Basté por Tokio, en busca de alguna sensación potente para arrancar con buen tono muscular su debut televisivo, y se encontró con una empresa de alquiler de padres para madres solteras que desean que a su hija o hijo no les falte la figura paterna. Se entrevistó con el dueño. Y al cabo de un rato, el japonés le confesó que el padre de alquiler era él. O sea, quizá la empresa era él solamente, y se iba alquilando a sí mismo a toda madre soltera que por allí apareciese. Basté comenzó a mosquearse un poco ante aquella estructura de negocio. Pero el golpe que le dejó anonadado fue cuando el japonés le detalló: «Ahora mismo hago de padre de 25 familias. Unas madres quieren que haga de padre amable, otras de padre severo, otras de padre que regaña, depende, me adapto a lo que deseen. Los hijos creen que soy su padre de verdad, y yo cobro 160 euros por cada cuatro horas».

¡Ah! Fue entonces cuando a Basté le dio el soponcio. Le sobrevino tal mezcla de angustia y consternación, que se agarraba la cabeza con las manos, completamente abatido, y no me extrañaría que acabase amorrado a un garrafón de sake para recuperarse un poco. Hombre, como efecto teatral ha sido bueno. Pero este fue el problema: más que un trabajo de tele-verité, parecía un sketch del Tío la Vara de José Mota. También conoció Basté a una señorita japonesa que cuando le ataca la soledad melancólica recurre a un servicio de amigas o amigos, también de riguroso alquiler. A mí me gustó lo que dijo el profesor Josep Maria Ganyet. Josep Maria GanyetViendo la desolación de Basté, le explicó que la tecnología moderna lo único que hace es democratizar lo que hasta ahora solo estaba al alcance de los que están podridos de millones: tener a sueldo a un rebaño de aduladores que, les llamas, y acuden disciplinadamente a hacerte la pelota.

Al margen de lo que pueda dar de sí este No pot ser!, yo creo que Jordi Basté ha hecho una jugada inteligente. Irse al Japón, ver la burbuja digital, la socialización de la red, la telefonía móvil, las app...  Sí señor. Esta es la única manera de asomar hoy la cabeza en TV-3  y no quedar pringado como cheerleader del procés.