TÚ Y YO SOMOS TRES

El jabón se va a agotar

La parodia del Fairy ('Està passant', TV-3). Tú y yo somos tres por Ferran Monegal

La parodia del Fairy ('Està passant', TV-3). / periodico

Ferran Monegal

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He leído en muchos comentarios, tanto serios como humorísticos que, si con la trampa del Fairy que contó <strong>Enric Millo</strong> en el juicio se pueden anular las cargas de los antidisturbios, las reservas mundiales de este producto se van a agotar en cuestión de pocos días. No me extrañaría. Por ahora solo he visto en la tele un sketch sobre el asunto. Ha sido en <em>Està passant</em> (TV-3). Rociaron generosamente el suelo del plató con ese jabón líquido, y disfrazaron al abnegado Àlex Martínez de feroz antidisturbios. ¡Ah! Patinaba por encima del engrudo como una cataplásmica bailarina. Y escenificaron la paradójica situación: el que iba porra en ristre a reprimir, acabó tendido en el suelo, y los que habían de ser reprimidos encima de él, arreándole y pasándoselo pipa. Celebro que, recordando ese nefasto día en que hubo intolerables golpes de verdad contra la ciudadanía, también haya lugar para el humor.

TV-3 debería incentivar en todos sus programas este sarcástico y jocoso prisma, porque le queda a partir de ahora una tarea difícil. En vista de las declaraciones de muchos de los inculpados en el juicio, que resulta que ni había intención de instaurar la República, ni la independencia, ni nada en absoluto, TV-3 va a necesitar mucho humor, y hasta mucha catarsis sarcástica sobre sí misma, para explicar a su devota audiencia que todo el agitprop que les ha ido colocando en los últimos años es pura ensoñación. No creo que con Fairy solamente lo puedan conseguir.

MUJER .– Ante el Día Internacional de la Mujer he visto trabajos estupendos en la tele. Uno de los mejores lo he pescado en la web de RTVE. Es un conjunto de microcortos, de unos tres minutos, que ha preparado Miguel Romero, director, realizador y guionista. Es ficción. Pero nadie lo diría. Me ha sobrecogido uno titulado Sufrirlo en tus carnes. Arranca con un letrado, magistrado, quizá juez incluso, redactando un escrito sobre el caso de la sangrante violación de una muchacha. Escribe: no se ha resistido lo suficiente, no se ve que exteriorice asco o repulsión, parece que solo se trata de una orgía. Al terminar, el letrado va a su casa. Y allí se encuentra, en el baño, llena de sangre y moratones, con la ropa destrozada, a su hija. Ella le dice, llorando: sé cómo eres, sé cómo piensas, por eso no te he pedido ayuda. Y aquel letrado energúmero, se derrumba.