TÚ Y YO SOMOS TRES

Raúl Dorado, apresado y arrepentido

Yolanda Ramos y Lluís Villanueva en la serie "Benvinguts a la familia" de TV3.

Yolanda Ramos y Lluís Villanueva (TV-3).   / periodico

Ferran Monegal

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No ha merecido atención informativa en el telehipódromo nacional la sorpresiva aparición de <strong>Carles Puigdemont</strong>, el lunes, en el Parlamento Europeo. En el TN vespre (TV-3), en cambio, lo celebraron como segunda noticia de importancia del sumario.  Nos decían: «Ha entrado por primera vez desde que está en el exilio, para inaugurar una exposición sobre la llengua catalana», y añadían: «Lo ha hecho sin anunciarse porque en otras ocasiones, cuando se anunciaba, se lo prohibían», señalando a continuación: «PP y C’s han pedido a los servicios de seguridad que aclaren cómo ha podido entrar». ¡Ah! Esta vez estoy de acuerdo con TV-3 sobre la relevancia de esta noticia. Pero no por la inauguración de la exposición, sino por ese punto de intriga,  tan sugestivo, de saber cómo pudo entrar sin revelar su identidad, o sea, de incógnito, o de tapadillo. Quizá en breve alguna cadena haga una investigación detectivesca y emita un reportaje muy rocambolesco y entretenido. ¡Ah! La vida interior, el desasosiego, la inquietud, de alguien que se ha exiliado, o que ha huido –según el prisma de quién lo mire–, siempre es un misterio muy interesante y atractivo.

Esta semana, por ejemplo, en esta comedia tan disparatada, tan extravagante, tan surrealista, que se llama <em>Benvinguts a la família</em> (TV-3), nos han hecho un análisis del tremendo caso de Raúl Dorado, personaje que interpreta <strong>Lluís Villanueva</strong> con una tragicomicidad magnífica. Se trata de un abogado marrullero y pillo que, al ver que su novia Victoria (<strong>Yolanda Ramos</strong>) ha quedado embarazada, huye. Y cuando le arrestan tiene un punto de catarsis personal y reflexiona sobre su desventura. Dice «Todos tenemos miedo en algún momento de nuestra vida. Entonces nos entran unas ganas locas de huir». Y acto seguido entona un mea culpa muy sentido, reconoce que confundió inteligencia con cobardía y exclama: «Mi peor condena es permitir que la cobardía me haya hecho perder lo que más quería».

¡Ah! Hay pocos casos en la Historia de monarcas que hayan vuelto a reinar a su regreso del exilio. Jorge II de Grecia fue uno de ellos. Recuperó dos veces el trono, que es lo que más quería, pero era un espejismo. Siempre había un general por encima que le mandaba y le trataba como a un monaguillo. Jorge II decía, en su desventura: «La mejor herramienta de un rey es la maleta».