TÚ Y YO SOMOS TRES

Debate a cinco sin censura

Ferreras explicó el debate a cinco ('ARV'). tu y yo somos tres por ferran monegal

Ferreras explicó el debate a cinco ('ARV').   / periodico

Ferran Monegal

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Pequeña tormentita pseudoperiodística, pseudoideológica, ante la decisión del imperio Atresmedia de incluir a Vox (Santiago Abascal) en su propuesta de debate a cinco. Ferreras, en Al rojo vivo, lo ha explicado:FerrerasAl rojo vivo «En el último gran debate electoral que hicimos en el 2015 también incluimos a Ciudadanos (Albert Rivera) y a Podemos (Pablo Iglesias), dos fuerzas políticas que entonces no tenían representación en el Congreso. Ahora volvemos a hacer lo mismo, por coherencia y por criterio periodístico». Algo más se podría añadir: el llamado cordón sanitario, que algunos piden que se aplique a Vox, y exigen que se les destierre de toda plataforma televisiva, parecen olvidar que esta formación política -guste poco, por detestable o aborrecible- ha ganado 12 escaños en Andalucía con los votos de la ciudadanía en las urnas. Invocar un cordón sanitario ideológico sería como pretender encerrar en un sanatorio a los 400.000 que les han votado, porque su voto no nos gusta. La Democracia no va así. No admite censuras. A no ser que aceptemos lo que decía aquel déspota que fue coronado rey de Inglaterra con el nombre de Carlos I y que solía exclamar con mucho gusto: «La democracia es una broma griega». Ha pasado a la Historia como El Rey de los once años de tiranía.

Más interesante es analizar la incomodidad que le ha sobrevenido al PP ante este debate a cinco. Todos los candidatos han aceptado, excepto Pablo Casado. No se niega en redondo, pero duda. Ha advertido que lo que quiere es salir en la tele con Pedro Sánchez. Los dos solitos. ¡Ah! Comprendamos al político. En un debate a cinco intuye que quedará aprisionado entre la extrema derecha de Abascal y el centro derecha de Rivera; o sea, que su argumentario derechista se va a quedar raquítico. Vacío. Eso en la tele, a cinco días de las elecciones, es matador. Un cara a cara con Sánchez le resulta más atractivo. Podría mirar a cámara e intentar seducir a la audiencia indecisa proyectando sobre sí mismo toda la bondad de la cosmogonía derechista. Hasta se podría permitir matices extremistas, con sordina.

Dado que los conductores del debate (Ana Pastor y Vicente Vallés) ya han advertido que no serán solo dos empleados con cronómetro, y que harán preguntas como hicieron en el 2015, la zozobra de Casado seguramente se acentúa.