TÚ Y YO SOMOS TRES

Con 94 años debuta la mamá de la Preysler

Tamara y Julio José, con su abuela (T-5).

Tamara y Julio José, con su abuela (T-5). / periodico

Ferran Monegal

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Es difícil entender que una familia de tanto glamur y altisonancia mediática como los Iglesias-Preysler se presten a rellenar ese contenedor de miserias y desgracias que es Volverte a ver (T-5). ¡Ah! Quién sabe, quizá alguno de sus miembros está pasando por un momento de depresión económica. Lo cierto es que después de que Carlos Sobera escarbase durante 40 minutos sobre una muchacha que fue dada en adopción, y los padres adoptivos la maltrataban y vejaban («Me ataban, me azotaban con el cinturón, me metían en agua hirviendo»), después de tres cuartos de hora de primeros planos sobre lágrimas, dolor y sufrimiento –en lugar de acompañar a esta muchacha a la comisaría más cercana y denunciar estos malos tratos, que es lo que el programa debería haber hecho–Sobera exclamó con entusiasmo resplandeciente: «¡Primicia! Por primera vez Tamara Falcó y Julio José Iglesias juntos en un plató. ¡Y segunda primicia! Por primera vez en la tele, a sus 94 años de edad, ¡doña Beatriz Arrastia, la abuela de ellos y madre de Isabel Preysler!».

Efectivamente. Sobre aquella misma banqueta que debía de estar empapada todavía del llanto y la tortura anterior, aparecieron Tamara, Julio José, e inmediatamente también la abuela Beatriz, que en casa de Isabel Preysler llaman Beba. ¡Ah! Fue una reunión familiar espléndida. Pasaron un rato estupendo. Contó Tamara que gracias a la religiosidad de su abuela ella se convirtió en devota seguidora de la fe católica. Y Julio José explicó que juegan al dominó, y que le hace trampas habitualmente. Y la abuela sonreía, embelesada ante sus nietos. Fue una reunión muy tierna. Apenas habló doña Beba de su hija Isabel, a pesar de vivir juntas. De Vargas Llosa, todavía menos. O sea, es una señora francamente discreta.

Aquí lo maravilloso es que esta dama, que ha vivido toda la vida rodeada de criaturas que no paran de salir en la tele, se haya negado, heroicamente, durante 94 años, a salir en ella. Y aquí lo tremendo es que a los 94 años de edad haya claudicado  –o  la hayan hecho claudicar– y haya debutado precisamente en un programa tan retorcido y escarbador como Volverte a ver. ¡Ah! Su paso por la tele ha sido limpio, eso es verdad. Ha demostrado, sobre todo, que ama profundamente a sus nietos, y que por amor se pliega a sus urgencias económicas.