ESTRENO SONADO

'Dirty John', San Valentín oscuro

Netflix estrena una adictiva serie basada en la historia real de un estafador y la mujer a la que arruinó la vida

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Juan Manuel Freire

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Para este San Valentín, Netflix nos trae una caja de bombones… envenenados. Es decir, los ocho episodios de 'Dirty John', serie sobre el autoengaño amoroso, los monstruos que caminan entre nosotros y el mal uso de la tecnología. Después de verla, nadie querrá buscar el amor durante el tiempo, y quizá hasta borre temporalmente las 'apps' de citas. Es el perfecto tentempié hasta la llegada de una nueva temporada de 'You'.

'Dirty John' tiene tantos giros imposibles como aquella, con el morbo añadido de estar basada en hechos reales. La historia fue explicada primero por el periodista Christopher Goffard en una serie de artículos y un exitoso podcast (10 millones de descargas en diez semanas) de 'Los Angeles Times'. Hay que leerla/verla para creerla, como las mejores historias 'true-crime', género en el que Netflix se ha especializado.

La serie sigue el 'podcast' bastante al pie de la letra, aunque algunos personajes cambian de edad y otros son resultado de la suma de varios. Connie Britton (en uno de sus primeros trabajos tras dejar 'Nashville') es Debra Newell, madre soltera de dos hijas (cuatro hijos en la historia auténtica) con gran éxito como diseñadora de interiores, pero poca suerte en los amores. Ya lleva cuatro matrimonios fracasados y, según está comprobando a través del ligue online, el mercado está fatal.

Pero su facilidad para pensar en cuentos de hadas revive con la aparición de John Meehan, un Eric BanaEric Bana tan perverso como en 'Chopper, retrato de un asesino', (presunto) doctor que combina sus carencias de estilo con un carisma letal. Es divorciado, como ella. Se dice cristiano, como ella. Cuenta que fue anestesiólogo en Irak como parte del equipo de Médicos Sin Fronteras. Parece el tipo ideal. O eso se quiere hacer creer Debra. Antes de que se dé cuenta (en ocho semanas y media), está viviendo con su quinto marido en una casa frente al mar pagada por ella.

Quienes no se tragan el cuento son sus hijas Veronica (Juno Temple, el doble de mayor que la original, Jacquelyn) y Terra (Julia Garner, brillante como de costumbre), quienes perciben señales claras de gran farsa. Veronica toma cartas en el asunto: se hace con los servicios de una agencia de detectives, instala un rastreador GPS en el coche de John para saber adónde va en su tiempo libre… Y esto son solo los preliminares de una trama imposible. Pero que pasó. 

Comité de sabios de la tele

Rara es ya la serie llegada de EEUU con un listado de créditos que no imponga serio respeto, pero los productores de 'Dirty John' han conseguido reunir a un verdadero comité de sabios. De entrada, su creadora es Alexandra Cunningham, ahijada de Steven Bochco (empezó escribiendo en 'Policías de Nueva York') con sobrada experiencia en terrenos de 'thriller' doméstico, ya que escribió 14 capítulos de 'Mujeres desesperadas'. Dicho género tampoco es extraño para el director Jeffrey Reiner, firmante de 16 de los 40 capítulos de 'The affair' hasta la fecha; aquí los firma todos. De la música se encarga Mark Mothersbaugh, cofundador de Devo y, hasta hace poco, compositor fetiche de Wes Anderson.

El (previsible) éxito de 'Dirty John' ha propiciado la preparación de una segunda temporada, no basada en el pseudo-romance de Debra & John, sino probablemente en la historia de Nanette Johnson, la mujer que convenció a su amante, ex jugador de fútbol americano, para matar a su por entonces novio oficial, el inventor de los tratamientos de plasma. La realidad es increíble.

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