TÚ Y YO SOMOS TRES

Maduro y el buzón de voz de Guaidó

Maduro y el buzón de voz de Guaidó Tú y yo somos tres por Ferran Monegal

Nicolás Maduro, con Jordi Évole ('Salvados'). / periodico

Ferran Monegal

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Antes de emitirse la entrevista, a <strong>Jordi Évole</strong> (<em>Salvados</em>, La Sexta) ya le dedicaron requiebros puntiagudos. «No es una entrevista, es una forma de blanquear a Maduro. O sea, antes que la realidad, el prejuicio. En las intervenciones que tuvo previamente Évole en Liarla Pardo y La Sexta noche, se refirió a estos dardos diciendo con sarcasmo: «Estoy acostumbrado a que se dispare al mensajero. Me parece que a partir de ahora me voy a poner: de profesión blanqueador. A los que consideran que entrevistar a Maduro está prohibido no sé lo que les habrá parecido la entrevista, una vez vista.

No fue una mano de pintura lo que le dio Évole al todavía presidente de Venezuela.  «No entiendo, ¡cómo es posible!, que haya creado usted otro Parlamento paralelo en su país, porque el Parlamento que salió de las urnas no le gusta (...) Dígame, ¿qué probabilidades hay de que Venezuela acabe en guerra civil?  (...) ¿Está usted dispuesto a armar al pueblo? (...) ¿Por qué no acepta convocar elecciones presidenciales? (...) ¿Está usted contra las cuerdas, señor Maduro?». ¡Ahh! No fue una sesión cómoda, como vaticinaban algunos. En un momento dado, Maduro, más hierático y grave que de costumbre, menos dado al chascarrillo, se encaró con Évole y le soltó: «¡Jordi, estás envenenado!». O sea, me haces pupa.

He hablado con Évole esta tarde, a su regreso de Venezuela, desde los micrófonos de Julia Otero (Onda Cero). Le he preguntado por el único momento en que me ha parecido que se equivocó. Fue cuando le dijo a Maduro que tenía el teléfono de Juan Guaidó y que le iba a llamar, si no tenía inconveniente. Maduro respondió: «Si contesta, ¡hablo!».  No contestó. Y, además, tenía el buzón de voz lleno. Le he dicho a Évole que esa llamada tenía que haberla ligado previamente con Guaidó, para que se pusiera al teléfono. Évole me ha razonado su postura: «No podíamos pactar con uno sin saberlo el otro. Hubiera sido jugar con ventaja». Discrepo. En cualquier caso nos hemos perdido un colosal momento.

La entrevista con Maduro tuvo lugar en Caracas, en un salón del palacio de Miraflores, bajo un cuadro ecuestre de Simón Bolívar. Es uno de los pocos lienzos en que Bolívar no monta a Palomo, su legendario caballo blanco. Dicen que todas las batallas que ganó Bolívar (Pantano de Vargas, Boyacá, Bomboná, Junin...) fueron cabalgando a Palomo.