TÚ Y YO SOMOS TRES

Otro pozo en Totalán, lleno de periodistas

Otro pozo en Totalán, lleno de periodistas Tú y yo somos tres. Por Ferran Monegal

Periodista rescatada del pozo ('Polònia'). / periodico

Ferran Monegal

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Nos han enseñado esta semana en Polònia en el que cayó el niño Julen: había otro agujero, igual de siniestro, en el que se precipitaron un buen número de informadores, cámaras de televisión, comunicadores a granel, o sea, pongamos periodistas. Decían los polacos, mostrándonos imágenes estremecedoras: «Un grupo de periodistas ha tenido que ser rescatado por los bomberos. Habían caído atrapados en el pozo del amarillismo». Y, en efecto, veíamos el despliegue de un gran operativo de salvamento, junto a un pozo rodeado de basura, sacando periodistas cubiertos de inmundicia y porquería. Las cámaras se detuvieron ante una informadora a la que acababan de rescatar, y decía: «Cuando te revuelcas en el fango, pierdes la noción de la ética».

La metáfora de este sketch de los  sketchpolacos se transforma en un sarcástico resumen de lo que ha sido, en buena parte, el tratamiento que algunos programas, y algunas cadenas, han practicado durante 12 días sobre el caso Julen. No todos los canales se han precipitado en ese pozo. Por ejemplo, ni TV-3 ni TVE –al menos yo no lo he visto– han transformado la información en labor de pico y pala escarbando, arañando, removiendo la tierra día tras día hasta convertir en fango al periodismo. Esto conviene decirlo.

Los imperios de la tele privada han seguido otro camino. La necesidad de atraer audiencia elimina los límites y hace desaparecer los escrúpulos. En el análisis televisivo de enero se advierte claramente que el viernes 25 fue decisivo en la lucha de Mediaset y Atresmedia por ganar el mes. Tele 5 decidió hacer de ese viernes, todo el día, hasta las 0.30 de la madrugada del sábado, un monográfico continuo sobre el pozo. No había nada nuevo de lo que informarnos. De hecho, a Julen no se le encontró hasta la 1.25. Pero no es el final de un suceso lo que le interesa a esta forma de hacer televisión: interesa mientras se pueda especular y mantener la incertidumbre.

Algunos observadores, llenos de buena voluntad y en busca de análisis equitativos, advierten que la audiencia, nosotros, también tenemos una gran culpa porque sintonizamos y seguimos estos programas. Discrepo. Si la audiencia consumimos es porque previamente alguien lo fabrica. El consumidor no es responsable de que el mercado ponga a la venta productos nocivos.