Maestro del humor

Eugenio, el catalán serio que hizo reír a España

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El humorista catalán Eugenio.

El humorista catalán Eugenio.

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En los años 80 y 90, cualquier español que oyera la frase 'Saben aquell que diu...' sabía que justo a continuación vendría un chiste. Y que quien se lo contaría sería Eugenio, el humorista catalán de voz nasal y atuendo lúgubre, que triunfó en las gasolineras de toda España con sus casetes de chistes y al que la televisión le dio la popularidad que se había ganado a pulso por los garitos del país.

Eugenio Jofra i Bafalluy, más conocido como Eugenio, llenó escenarios con su particular porte serio combinado con un ingenio impecable en cada chiste, que sabía dosificar con sus dilatadas pausas. Siempre vestido de negro, parapetado tras sus gafas oscuras, y acompañado de un vaso de whisky y un cigarrillo, Eugenio creó su propio estilo y dejó huella en varias generaciones, que aún recuerdan su inacabable colección de chistes.

El humorista Eugenio, en una actuación en la sala barcelonesa Luz de Gas en 1999

El humorista Eugenio, en una actuación en la sala barcelonesa Luz de Gas en 1999 / Archivo

La muerte de Conchita

En las décadas de los años 80 y 90, Eugenio fue una figura habitual en la pequeña pantalla, que hasta se atrevió a desafiar al 'maestro' Chicho Ibáñez Serrador negándose a disfrazarse para su actuación en el mítico concurso de TVE 'Un, dos, tres... responda otra vez'.

El cómico realizó giras por toda España y parte de Latinoamérica, ganó discos de oro y llenó teatros y plazas de toros. Un éxito profesional que compaginó con la paternidad (tuvo tres hijos, Gerard, Ivens y Eugeni), y también con la herida nunca superada de perder a su primera esposa, Conchita Alcaide, de forma prematura, a los 40 años, por culpa de un cáncer.

Su primera mujer fue precisamente la que lo empujó a convertirse en artista. Porque antes trabajaba en un taller de joyería, ya que durante la infancia no se le daba muy bien lo de estudiar. El primogénito de Eugenio, Gerard Jofra, recuerda una frase que le decía su abuelo a su padre cuando vio que no estaba dispuestoa pasar por la universidad y que le marcó profundamente: "No harás nada en esta vida".

Preseleccionados para Eurovisión

Junto a Conchita formó el dúo musical Els Dos, se fogueó en los pubs como cantante y publicó varios 'singles'. Llegaron a montar su propio local, el Sausalito, y fueron preseleccionados para representar a España en Eurovisión en 1970. Quedaron cuartos porque les ganó la partida Julio Iglesias con 'Gwendoline'.

Hasta que un capricho del destino hizo que el Eugenio cantante dejara paso al Eugenio humorista. Fue cuando la madre de Conchita enfermó y ella tuvo que dejar los escenarios para cuidarla.

Como Eugenio no se veía capacitado para cantar solo, un empresario le animó a atreverse a hacer lo que mejor se le daba: contar los chistes que explicaba entre canción y canción. El éxito fue rotundo.

Primero, a través del boca-oreja de los parroquianos que le escuchaban en los locales barceloneses. Después, gracias a las cintas de casete de chistes y más adelante, en sus intervenciones televisivas.

Pero mientras le llegaba el éxito, vivía el drama de la muerte de su mujer, Conchita. Él se volcó en los escenarios para superar la pena. El mismo día del fallecimiento, sorprendió a todos porque no suspendió un bolo en Valencia. "En momentos trágicos es donde tiene que salir el humor", se justificaba el cómico.

El catalán soso que hace reír

Años después, en la España democrática de los 80, Eugenio tenía más galas que Ana Belén y Víctor Manuel. Cuando debutó en Madrid, el diario 'ABC' tituló así la crítica: "El soso catalán que hace reír". Y cuando en 1981 actuó por primera vez fuera de España, en México, el propio Cantinflas le felicitó en el camerino.

Superó un ataque al corazón, un cáncer de vejiga, protagonizó una película ('Un genio en apuros', 1983), tuvo a su tercer hijo fruto de su relación con una nueva pareja, Conchita Ruiz (con la que convió desde 1981 a 1993), volvió a casarse (con Isabel Soto) y, durante sus últimos años, sufrió de depresión y se refugió en la pintura y el misticismo.

Murió en 2001, a los 59 años, aunque dejando en la memoria de unas cuantas generaciones de españoles aquel inolvidable latiguillo del 'Saben aquell' que anticipaba a todos sus chistes, que ahora sirve de título a la película biográfica que ha dirigido David Trueba sobre él.