ENTREVISTA

Paul Greengrass: "Estrenar en Netflix garantiza una audiencia juvenil"

La plataforma de TV emite '22 de julio', película del cineasta británico sobre el terrorista que asesinó a 69 adolescentes en Noruega

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Nando Salvá

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Además de por sus frecuentes incursiones en el universo de Jason Bourneel cineasta británico Paul Greengrass es conocido por sus meticulosas recreaciones de acontecimientos históricos traumáticos: la masacre de Derry de 1972 en 'Domingo sangriento' (2002), el 11 de septiembre en 'United 93' (2006), y el secuestro del buque 'Maersk Alabama' en 'Capitán Phillips' (2013). Su nueva película (producida por Netflix y recién estrenado en la plataforma por 'streaming') rememora los ataques terroristas de Oslo en el 2011, cuando un terrorista de extrema derecha llamado Anders Behrin Breivik mató a ocho personas haciendo explotar un artefacto en el distrito gubernamental y luego acabó con las vidas de 69 adolescentes en la cercana isla de Utoya.

-¿Por qué decidió hacer una película sobre el ataque terrorista de Oslo? -

Mi intención inicial era hacer una sobre la crisis migratoria. Para ello estuve en Lesbos, y en Siria y en el norte de África. Pasé un tiempo en los barcos. Y con el tiempo comprendí que el problema de los migrantes está íntimamente ligado a la crisis económica de 2008, que aumentó dramáticamente el desempleo y provocó la congelación salarial y la pérdida de nivel de vida. Combinados, ambos fenómenos han generado una enorme inestabilidad política y un auge de la derecha y de ideologías como el nativismo y el nacionalismo, tanto en EEUU como en toda Europa. Y en el seno de ese cambio ha

incubado una extrema derecha dura, violenta y antidemocrática.

-¿Qué papel atribuye usted a Anders Breivik en ese movimiento? -

Él pretendió iniciar una rebelión, creyó que la gente lo seguiría. El fascismo y el supremacismo siempre habían estado ahí, en los márgenes; la gente no los veía, pero sobre todo porque no querían mirarlos. Pero es innegable que los movimientos neonazis son dinámicos y están muy conectados. Y al leer las tesis de Breivik, y al escuchar su testimonio en el juicio, uno se da cuenta de que sus ideas sobre “la traición de las élites”, “la farsa de la democracia” y cómo la globalización impuso el multiculturalismo se han extendido. En el 2011 estaban en los márgenes del discurso político pero, actualmente, ningún líder político de extrema derecha tendría reparos a la hora de asumirlas como propias.

-A la hora de hacer la película, ¿contó con el apoyo de supervivientes y familiares de víctimas? -

Obviamente, de haberme topado con algún tipo de oposición por su parte no habría hecho la película. Al contrario, su apoyo fue increíblemente firme. Cuando pasas por una tragedia así, ya sea como víctima o como familiar de víctima, tu vida cambia irrevocablemente. Y necesitas encontrar un sentido a lo sucedido, y para ello es importante no olvidar. Recuerdo que un padre que había perdido a su hija me dijo: “Tienes que contar esta historia, pero no quiero que suavices lo que sucedió porque estarías faltando el respeto a mi hija”. Por otro lado, tampoco he querido usarlo para hacer carnaza.

-De hecho, solo una parte menor del metraje de la película está dedicada a la masacre. -

¿Qué sentido habría tenido centrarse en ella? Para mí lo importante de esta historia es la inspiradora manera que Noruega tuvo de responder a los ataques, y la fortaleza que mostró frente a tan salvaje ataque. Me interesaba poner el acento en la respuesta que dieron los líderes políticos, y el sistema democrático en su conjunto. Y cómo, luchando por sus creencias y sus ideales y sus esperanzas, los jóvenes dejaron claro que no permitirán que la sinrazón destruya su futuro.

"No tenemos tiempo que perder. Lo peligroso es pretender que el peligro no existe"

-Habrá quien diga que dar voz a la ideología de Breivik es una forma de promoverla. -

Mire, yo nací en los años 50, y a lo largo de mi vida he sido testigo de muchos cambios políticos pero nunca de un auge de la extrema derecha tan potente y virulento como el que estamos experimentando. E ignorar eso, cerrar nuestros ojos y nuestras mentes ante ello sobre la base de que si hablamos de ello lo estamos promocionando, es un grave error; sobre todo porque los bárbaros ya están trepando nuestras murallas, y no tenemos tiempo que perder.  Lo peligroso es pretender que el peligro no existe.

-¿Cree que al cine le corresponde asumir esa responsabilidad? -

A mí me gusta el cine de todo tipo. Las películas de acción, los 'thrillers', las fantasías de Disney. Pero creo que uno de los objetivos de un artista es atreverse a mirar al mundo real y a mostrar con claridad qué es lo que está pasando, especialmente durante tiempos tan difíciles como los que vivimos. Eso es lo que yo intento hacer, sin tratar de defender un punto de vista específico  porque eso sería propaganda.

"Esta historia debe ser contada al mundo de forma que lo entienda. La democracia está siendo puesta a prueba, y hay que luchar por ella"

-A nivel visual, '22 de julio' es una película distinta de su cine previo. ¿Es casualidad? -

He pasado buena parte de mi carrera usando las mismas técnicas visuales: la cámara en mano, el movimiento constante, los zooms. Yo no presto atención a lo que escriben sobre mí, pero mi padre sí, y se divierte muchísimo cuando lee en internet frases como: “Greengrass no es capaz ni de mostrar a alguien durmiendo sin menear la cámara”. Por supuesto, esas críticas no me afectan. Pero, en todo caso, me pareció que '22 de julio' representaba una buena ocasión para cambiar un poco de estilo.

-Ha rodado con actores noruegos, pero en idioma inglés. ¿Por qué? -

En primer lugar, porque no soy capaz de dirigir usando el idioma noruego. Pero, sobre todo, porque esta es una película sobre lo que Noruega tiene que decirnos al resto del mundo. Lo que sucedió en Oslo no fue la consecuencia de problemas exclusivamente noruegos, y es por eso que esta historia debe ser contada al mundo de forma que el mundo lo entienda. La democracia está siendo puesta a prueba, y hay que luchar por ella.

-'22 de julio' ha sido producida por Netflix y eso significa que la inmensa mayoría de sus espectadores la verán en una pantalla pequeña. ¿Por qué no prefirió producirla de forma más tradicional? -

Porque con ella quiero llegar a un público juvenil masivo. Y si la hubiera producido con el fin de estrenarla comercialmente tendría que haberlo hecho en esas pequeñas salas de cine de autor. Mi hijo, que es un estudiante, me dijo: "Papá, ninguno de mis amigos irá a ver esta película al cine". En cambio, estrenarse en Netflix le garantiza una audiencia juvenil. Son los jóvenes quienes van a tener que lidiar con las consecuencias de esta sacudida del nativismo y el nacionalismo, quienes tendrán que ganar la lucha. Hay que trabajar en las escuelas, en las universidades, en los lugares de trabajo y en las salas de cine. Y, pese a todo, yo soy optimista.