TÚ Y YO SOMOS TRES

El migrante Valls en la patera televisiva

Ferran MONEGAL

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Primera entrevista en la tele con Manuel Valls desde que ha anunciado su candidatura a la alcaldía de Barcelona (Al rojo vivo, La Sexta). Ferreras le ha dicho:  «¡Le van a acusar de paracaidista!». Y Valls ha contestado: «Cuando llegué a primer ministro de Francia aquí decían: ¡eso está bien, un catalán, un chico de Horta, ha llegado a primer ministro francés! Ahora estos mismos, que también dicen que hay que acoger a los inmigrantes, no quieren acoger a un chaval de Horta». ¡Ah! Es un razonamiento ingenioso. Tiene un punto de mordacidad y a la vez de ternura. Si seguimos la metáfora que hace Valls utilizando la palabra 'inmigrante', podríamos plantearnos si él  –habiendo nacido en Barcelona–fue inmigrante en París; o si habiendo sido primer ministro francés, ahora es inmigrante aquí. Apasionante.

Dado que la tele es la mejor patera para que este navegante llegue a su titánico destino, o para que se hunda, señalemos que en la colosal TV-3 a veces parece que actúan como iceberg en lugar de como barca o chalupa. En el TN vespre del martes, sin ir más lejos, le hicieron a Valls una semblanza ajustada y correctísima; hasta con crónica desde París para reflejar la percepción francesa sobre esta aventura barcelonesa que ahora inicia su exprimer ministro. Pero en el TN vespre del miércoles fue distinto: resaltaron con un énfasis: «La mayoría de grupos municipales no creen que sea un candidato viable», y que la campaña municipal ha quedado «definitivamente alterada» con la presentación de esta candidatura. Hasta añadieron, yo diría que con alborozo, la punzante pincelada de Quim Torra diciendo: «Ya veremos si Valls conoce de Barcelona algo más que las baldosas del suelo. Le deseo un fracaso importante». Ahí Torra estuvo ironicamente fino.

Es, no obstante, en el área de programas de TV-3 donde Valls recibe mayores muestras de cariño. El otro día, en Està passant le sacaron con sombrero mexicano, en plan guiri, y decían que se paseaba por Barcelona en busca de tapas y sangría. O sea, un turista. Y en el virtuoso sermón diario de Tot es mou, que en lugar de Hola Rahola debería llamarse Aló Waterloo, le dejaron, efectivamente, como una baldosa suelta y sin destino.

Al margen del peligro de las pateras televisivas, que nunca sabes si te llevan o te hunden, Valls, en su titánico viaje de ida y vuelta, más que inmigrante es migrante de lujo.