En pos del sexto 'masterchef junior'

"Mi sueño es ser cocinera como Jordi Cruz", dice Sara, de 10 años, medio dormida, mientras se maravilla con las vistas del puerto de Barcelona que tiene desde el hotel, y su padre le regaña por acercarse demasiado a la barandilla. Son las 9.30 de la mañana del lunes, 30 de julio. Cerca de un centenar de niños de 8 a 12 años, que parecen huir de un sol abrasador más propio de la estepa aragonesa, se refugian en la primera planta del Gran Marina, acompañados de sus familiares. No son turistas, desde luego. La indumentaria y los gestos les delatan a kilómetros, así como las neveritas, fiambreras y demás objetos de cocina que ostentan prácticamente como joyas. Y no es para menos: están a punto de entrar en acción para el ‘casting’ de ‘Masterchef junior’ (TVE-1), ya la sexta edición del concurso culinario más aclamado de la última década en televisión.

"Me gustaría ser 'youtuber', pero haciendo vídeos de cocina", explica Abel, de 12 años, quien tiene planeado combinar las redes sociales con su pasión por la repostería. Una apuesta muy 'millennial', basada en el compartir, que contrasta con las ideas de Shanti, de 10 años, quien repite por segunda vez en el 'casting. El brasileño asegura ser una persona "muy competitiva", a la que no le gusta nada perder. De momento, ambos están en el mismo equipo: el de "los más prometedores de la zona", y de ellos mismos depende conseguir la codiciada cuchara que les dé el pase a la siguiente fase de pruebas.

3,2,1... ¡A emplatar!

Con esta cuenta atrás -al más puro estilo 'show must go on'-, Esther González, directora del 'casting' del programa, da el pistoletazo de salida a la prueba de selección, que consiste en emplatar, en 20 minutos como máximo, las creaciones culinarias que los precoces 'Ratatouille' han traído previamente cocinadas desde casa. Un reto sin fogones de por medio, pero no menos complicado. Para pasar la prueba hace falta “darle vistosidad al plato, así como saber presentarlo y, evidentemente, que esté bueno”, explica González. 

Los olores se mezclan en el ambiente abriendo un apetito que, por desgracia, solo los jueces culinarios pueden saciar

Ente las elaboraciones que van tomando forma en las mesas de trabajo hay risotto de verdura, calamares rellenos, una olla aranesa (¡el 30 de julio!), ensalada de pulpo marinado con huevas de salmón y mayonesa de mar e incluso foie curado a la sal con frutas caramelizadas y mascarpone de naranja. ¡Casi nada! Los olores se mezclan en el ambiente abriendo un apetito que, por desgracia para los allí presentes, solo pueden saciar los jueces culinarios del programa.

Actitud ante todo

"Lo más importante es la actitud", señala Miguel Arriaga, uno de los chefs encargados de probar los platos. "Traen elaboraciones estupendas, nos hablan de cocina con una propiedad increíble, pero lo que más valoramos son sus ganas de aprender". En la parte de la cata y la exposición, los familiares abandonan la sala y es ahí donde afloran los nervios. Este trámite es necesario, entre otras cosas, para comprobar el nivel real de implicación de los niños y niñas en la creación del plato.

A partir de aquí, el programa se reserva el resultado del 'casting', dejando una pregunta en el aire: ¿habrán encontrado a otro Juan Antonio? A González se le escapa una sonrisa. "Trabajamos con un material altamente sensible, que es el humano. Y creemos que nadie se parece a nadie..., pero estamos en ello", concluye. ¡Ah! Menudo diamante en bruto fue el resabiado Juan Antonio.