TÚ Y YO SOMOS TRES

Precaución antes de entrar en un plató

Tú y yo somos tres, por Ferran Monegal

La noche de Rober / periodico

Ferran MONEGAL

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Es posible que esta misma semana el imperio Atresmedia anuncie la retirada de La noche de Rober (A-3 TV) por falta de interés general. Efectivamente en el telehipódromo nacional ya no hay cabida para el night show blanco. Tele 5 tiene marcado este territorio. Se lo ha hecho suyo. Y ha acostumbrado a la audiencia a una zarzaparrilla de autopsias en vida, feroces cotilleos, y canibalismos sobre la marcha. O sea que los notables esfuerzos de Roberto Vilar, pretendiendo atraer al personal con una espuma, una gaseosa, un entretenimiento light, no ha funcionado. Hombre, dedicándole la mitad del programa a Eva Gonzalez (Masterchef), por ejemplo, y haciendo con ella jueguecitos y tonterías variadas, solamente podía aspirar a reproducir las cualidades del agua: incoloro, inodoro, insípido, y además de un aburrimiento cataplásmico.

Hubo esa noche, no obstante, un momento interesante. Fue cuando Santiago Segura hizo un sketch, una broma, diciéndole a Rober que no quería coincidir con José Corbacho«No lo trago. Conozco su parte oscura. Me niego a salir junto a él. O lo cambias o me marcho» le dijo, mientras Rober alucinaba porque no sabía que era una broma previamente pactada. ¡Ah! Es un asunto importante. Hay gente sabia, famosos experimentados, que cuando les contratan para ir a un programa exigen saber exactamente qué criaturas se van a encontrar en la jaula. Y si no les gusta el bestiario con el que van a mezclarse, no van.  No solo es una medida de prudencia: también de dignidad profesional. En el zoo televisivo hay ejemplares con los que es mejor no rozarte.

Los cotillas de Hollywood cuentan que cuando Sharon Stone fue contratada por la Paramount para rodar Sliver (Acosada) se encontró con que su partenaire era William Baldwin, actor al que odia. No pudo anular el contrato, pero se vengó.  En la primera escena con beso, le pegó tal mordisco en la lengua que Baldwin salió corriendo, sangrando. Le tuvieron que ingresar. Estuvo una semana sin poder hablar.

En nuestro modesto corralito televisivo tenemos un ejemplo reciente de precaución básica. Fue en abril de este año cuando Jordi Évole  entrevistó a Felipe González y le preguntó por qué no quería ir al programa FAQS (TV-3). Contestó: «Me usarían como excusa». Sabia prudencia. En este tipo de templos uno sabe cómo entra pero nunca cómo saldrá.