ENTREVISTA EN 'TELETODO'

Pedro Alonso: "En 'La casa de papel', Berlín camina hacia la muerte como una mosca hacia el fuego"

El actor gallego hace balance de su trabajo en la serie de A-3, que este martes se despide momentáneamente de la audiencia

PEDRO ALONSO

PEDRO ALONSO / periodico

OLGA LERÍN / BARCELONA

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La imagen perturbadora, por momentos hipnótica, que muestra Berlín, uno de los ladrones en la serie de A-3 'La casa de papel', tiene poco o nada que ver con el actor que le da vida, Pedro Alonso (Vigo, 1971). Gran aficionado a la pintura y la meditación, ha sido profeta en su tierra en producciones gallegas, como 'Rías Baixas', 'Maridos e mulleres' y, sobre todo,<strong> 'Padre Casares',</strong> hasta que dio el salto al ruedo nacional con 'Gran Hotel', 'Bajo sospecha' y 'Bajo sospecha''La embajada'todas en A-3. También tiene tiempo para el teatro (colaboró con La Fura dels Baus y la compañía del Teatro Clásico Nacional) y el cine ('Insomnio', 'Flores de otro mundo'...). Este martes (22.40), la producción hace un paréntesis en su emisión hasta el próximo curso.  

¿Se esperaban el éxito de 'La casa de papel' Lo del éxito es un concepto tan relativo… Para hacer una valoración de una serie en buenas condiciones, hay que esperar a que haya pasado. Sí es verdad que la recepción del primer capítulo fue muy contundente: tenía los personajes en marcha desde el minuto 10 y había una pátina de humor que era fantástica para descomprimir. Y ahora, que estoy metido en la grabación de la serie hasta el cuello, te concentras en intentar renovar tu energía porque la producción se lo merece. 

¿Qué final le aguarda a Berlín? Sinceramente, no lo sé, pero creo que me estoy ganando una buena muerte. Es una pregunta que nos hacemos todos.

¿Cómo le gustaría que acabase? Berlín mira cara a cara a la muerte. Es un individuo que no tiene ningún tipo de contemplación a la hora de abrir esa puerta. En ese territorio, disfruta y se mueve con una inquietante naturalidad y, además de que ya sabemos que tiene una enfermedad terminal, tiene una disposición muy temeraria frente a todo lo que se desata y pueda hacer que la vida corra peligro. Berlín camina hacia la muerte como una mosca hacia el fuego.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/4\/5\/1498475625754.jpg","author":"ATRESMEDIA","footer":"Los actores \u00c1lvaro Morte y Pedro Alonso, en 'La casa de papel'."}}Es un tipo al que le gusta ir por libre: ordena matar a una rehén, aisla a una jovencita… ¿Eso le va a crear problemas con el resto? Me intriga mucho. Hemos tenido unas cuantas conversaciones al respecto. Con El Profesor (Álvaro Morte) mantenemos una especie de historia secreta. Ahí hay mucho más de lo que parece de entrada. Y estoy tirando con toda la fuerza que tengo en mi mano para aprovecharlo, porque hay un filón en ese vínculo maravilloso y muy potente. Siendo como son las dos caras del mundo, podrían ser las dos versiones de un mismo individuo: hay algo ahí como forma de compenetrarse y un principio de oposición al que se le pueden dar muchas vueltas.

Los guionistas dicen que pensaron en su personaje como un individuo que viste batín de seda y no va a Mercadona… [Rie] Sí que hay algo sofisticado en las formas de Berlín. Cuando no va vestido con el mono rojo, tiene gustos caros y sabe apreciar lo exquisito. Y eso es también un peligro para el personaje, porque hay una línea muy fina entre ser exquisito y ser artificioso. Él está pisando el filo de esa línea: forma parte de su encanto y su peligro. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"En el rodaje","text":"\"En el rodaje\u00a0noto que todos los polis se est\u00e1n debilitando y quieren hacer de villanos\""}}¿Qué le parece ese punto débil que muestra hacia las mujeres? Su relación con lo femenino es un asunto… Berlín dice cosas absolutamente impresentables en algún momento sobre ellas y, a veces, piensas en darle un principio de humanidad. Él juega con el poder y las formas de la dominación de una manera muy peligrosa. Pero a mí también me interesa intentar articular eso desde un punto en el que se entienda qué le está pasando por la cabeza. Berlín es una referencia para muchas cosas que nunca se deberían hacer o decir entre hombres y mujeres. Es un individuo hecho para levantar polémicas en ese sentido [ríe]. Y eso me divierte. A mí me da igual que sea un villano mientras tenga material.

O sea, le gustan los malos…Sí. En la ficción muchas veces son más interesantes los villanos, porque los héroes están mucho más condicionados en términos de la escritura; un villano puede hacer cualquier cosa y si tú quieres buscar la humanidad en ese perfil , lo puedes hacer. El espectro de búsqueda es más amplio o más rico, a veces, porque habiendo hecho la entrada que Berlín hizo en el primer capítulo, casi todo es posible. Uno puede sorprenderse buscando en esos extremos. Eso forma parte del encanto de esta profesión. 

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/4\/9\/1498476318594.jpg","author":"ATRESMEDIA","footer":"Pedro Alonso y Adriana Ozores, en la serie de A-3\u00a0'Gran Hotel'."}}Le ha tocado hacer de malo últimamente. Ahí está Diego de 'Gran Hotel', también en A-3. Lo de Diego fue claramente una patada en la puerta. Le dije un día a Ramón Campos, creador de Bambú –que ha sido mi mentor, junto a Teresa Fernández-Valdés–: "¿En qué me has convertido?" [ríe] Diego abrió una órbita de personajes peligrosos. Era un hombre mucho más irascible que Berlín, que trabaja desde la calma, la distensión y la pura relajación, lo que es muy perturbador. Pero sí es verdad que he interpretado personajes turbios.

Tampoco se quedaba corto Villar, en 'La embajada' (A-3). Era un personaje más presencial. Siempre pensé que iba a haber una segunda temporada y habría sido un personaje con desarrollo. Era inquietante, pero no necesariamente tan peligroso como Diego o Berlín. Lo curioso es que yo venía de hacer en la tele gallega al padre Casares, que era absolutamente blanco.  Tengo una anécdota...

Cuente, por favor... Estaba viajando en tren entre mi tierra y Madrid en un momento en que estaban en emisión a la vez 'Gran Hotel' y 'Padre Casares'. Y una señora me dijo: "Claro, como tú siempre haces de bueno, estás hecho para hacer de santo". Y en otro momento, otra persona me soltó: "Es que tú eres un hijo de puta y solo puedes hacer de psicópata...". Lo entendí como una metáfora maravillosa de que no soy yo quién debe decir lo que yo genero. Lo bueno es que la gente entre en esa convención y se piense que esa es la tecla en la que yo me muevo. Me parece muy bien que un personaje haga pensar al personal que tú estás hecho para interpretar a ese personaje.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/6\/1\/1498476258316.jpg","author":"ATRESMEDIA","footer":"Alonso, en el papel de Villar, en la serie de A-3 'La embajada'."}}¿Por qué en 'La casa de papel' los ladrones tienen nombres de ciudades? Hay varias referencias de las que partieron los guionistas para escribir la serie, y una de ellas es 'Reservoir dogs', donde jugaban con nombres de colores. Esa es la más directa, aunque sé que hay otras, como películas clásicas de atracos y nombres en clave. Pero me gusta: cuando tenga hijos en la Fábrica de la Moneda, les llamaré Granollers y Albacete, aunque creo que no me va a dar tiempo...

¿Le gusta Berlín? Es curioso, porque me encanta. Mi primera experiencia profesional fue una gira de dos años con La Fura dels Baus. Estuvimos cerca de 40 días actuando en Berlín. Y fue un momento absolutamente cinematográfico de mi vida, porque la ciudad me pareció arrolladora, una explosión de cultura. Tenía 22 años y la viví a tope. Y justo antes de 'La casa...', estuve rodando en México una serie en la capital. En Latinoamérica dicen que el D.F. es el Berlín sudamericano. Lo fuerte es que también me entusiasmó. Esa longitud de onda, Berlín y el D. F., me estaba esperando.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"La pintura\u00a0","text":"\"La pintura\u00a0se ha convertido en un pilar fundamental de todo lo que hago. Pinto encima de los guiones para estudiar las\u00a0secuencias\""}}¿Cómo vivió esa experiencia con La Fura dels Baus? Se trabajaba con texto, de una forma muy punk. Era un momento en que estaban ya muy doloridos y cogían a pequeños conejos de indias como yo para experimentar. Yo soy de pueblo y lo percibía cuando viajabas fuera de España. La Fura fue algo muy potente y muy complicado, porque trabajaba de una forma muy extrema en muchos sentidos y yo era un pipiolo sin ningún tipo de herramienta para saber cómo gestionar aquello. Fue una época muy intensa.

¿E hizo un máster en catalán? Yo he rodado en catalán. Acabé entendiéndolo 'perfectament', porque en La Fura hablaban catalán entre ellos. 'M’agrada el català'... Como gallego, me resulta cercano.

¿En quién se inspiró para componer al personaje de Berlín? Lo trabajo y me lo preparo mucho, cada vez más, pero me lo monto como si estuviera haciendo un potaje payés: voy metiendo y procuro decidir poco. Me pongo al servicio del guiso, que de repente empieza a fraguar de una manera, y procuro escuchar cuál es esa manera. Siempre digo que Berlín es un chamán, pero que se ha colocado un poco en el lado oscuro de la fuerza.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/9\/1498476318593.jpg","author":"ARCHIVO","footer":"El actor, en la serie de TVG 'Padre Casares'."}}¿Por el tipo de robo, no cree que van a crear más simpatía que animadversión en el telespectador? Todos hemos apreciado las injusticias de un sistema que nos machaca, nos exige y no siempre nos devuelve todo lo que nos pide. En ese sentido, el atraco a la fábrica del dinero, sin robar directamente a nadie, es casi como un sueño de Robin Hood. Hay algo de música romántica de las películas de ladrones de las de antes que genera mucha simpatía. Todo el mundo se puede sentir animado a ser uno de los malos. En el rodaje noto que todos los polis se están debilitando y quieren hacer de villanos [ríe].

¿Qué haría Pedro Alonso con un botín de 2.400 millones de euros? Primero, un programa para 'resetear' la cabeza de todos los líderes mundiales y ponerlos a cero, porque este sistema en el que vivimos no está generando salud en las personas. Pero eso es muy fácil decirlo. Y segundo, me permitiría hacer lo que hago, pero seguramente con mayor libertad. Disfruto mucho con mi profesión. A lo mejor, en lugar de tomar una tapa de choped, esta sería de jamón Cinco Jotas, pero básicamente seguiría haciendo lo mismo. Sí me gustaría tener un lugar para pintar, una casa-estudio como las que tenía Picasso, para invitar a mis amigos, pintar y ensayar de una forma más relajada. Pero la forma en la que vivo se parece a la forma en que me gustaría vivir. No dejaría de hacer lo que hago.

Hasta pinta los guiones. En su cuenta de Instagram (@pedroalonsoochoro) muestra sus obras. La pintura se ha convertido en un pilar fundamental de todo lo que hago. Pinto encima de los guiones para estudiar las secuencias, pero cuando no tengo que estudiar, también lo hago, porque descubrí que me venía bien, que en lugar de convertir el trabajo en algo intelectual, me lo llevaba a otro lugar y eso era mucho mejor. En los últimos nueve años, la pintura se ha convertido en una presencia absolutamente decisiva y ha decantado de forma diferente mi manera de acometer los trabajos y de concentrarme.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"El atraco\u00a0","text":"\"El atraco\u00a0a la\u00a0f\u00e1brica del dinero, sin robar directamente a nadie, es como un sue\u00f1o de Robin Hood\""}}¿Le veremos pronto exponiendo sus creaciones? Ha habido alguna posibilidad, pero como la profesión de actor ya es bastante expuesta, dije que solo abriría esa puerta si se producía de manera que a mí me apeteciese realmente, porque la pintura es un refugio. Me produce inquietud abrirla y perder esa libertad. 

Es amante de la meditación. ¿Este mundo en el que vivimos camina demasiado rápido? Decididamente, está clarísimo que todo lo que hemos avanzado ha pasado una factura grande a la salud mental de la sociedad en la que vivimos. Y esto es así. Y, curiosamente, mucha gente con aptitudes, cuando la ola le viene fuerte, en lugar de acabar siendo más feliz acaba estando más angustiada. La neurosis de nuestra sociedad es algo innegable. Yo he percibido y contrastado que hacer silencio y quedarse quieto es una inversión que solo te devuelve cosas buenas. Tampoco soy un proselitista de nada, pero si alguien me pregunta qué puede hacer para estar un poco más conectado, le invito a respirar en cualquiera de sus modalidades: dar un paseo, sentarse con alguien que aprecias o meditar. Lo he convertido en una parte de mi vida. Medito cuando voy a trabajar, cuando necesito tomarme una pausa... Al final, es una forma de vivir de manera más integrada.

¿Qué opina del boicot al que se intentó someter a la serie porque  la actriz Itziar Ituño se ha mostrado favorable al acercamiento de los presos de ETA al País Vasco? Ese es un temazo, porque tiene muchas vertientes. Primero, cuando escuché que era un boicot, a mí no me parecía que se le pudiera llamar como tal. No tenía la entidad. Al final, en el mundo de las redes sociales a cualquier cosa se le llama cualquier cosa. Para que haya un problema, este tiene que tener una envergadura suficiente. A veces, cuatro tíos escriben algo en las redes y alguien en un medio generalista le da una importancia que no tiene. Eso es una cosa.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/2\/5\/1498476198052.jpg","author":"ATRESMEDIA","footer":"El reparto al completo de 'La casa de papel'."}}¿Y después? Si una situación de ese tipo la convirtiéramos en un chiste, este podría ser: "No vayas a España, porque en España hay gente que es facha o independentista o asesina…" La sociedad es muy amplia y la forma de contarla es un ejercicio de responsabilidad. El tratamiento de la opinión legítima de una señora que dice algo que está amparado por la Constitución debería formar parte del diálogo democrático. Y nada más. Y esos asuntos deberían ser cubiertos en las noticias desde el respeto. La gente es muy irresponsable con el tratamiento de la información. 

No tiene cuenta de Twitter. No, porque me asusto de las cosas que dice la gente. Además, te demanda mucha energía. En mi Instagram, lo que demando es un tiempo para que la gente se pare: no solo coloco cosas para que se pase el dedo, sino que estoy pidiendo una réplica para que esas personas se tomen un momento conmigo. 

Y cuando acabe 'La casa de papel', ¿qué le llegará a Pedro Alonso? Sigo una especie de consigna: tengo un hacha y las expectativas las aniquilo. Sé que vivo en la división de un actor de largo recorrido, pero también que voy paso a paso.