PROGRAMA CULINARIO

Sé lo que hicisteis... en 'Masterchef'

EL PERIÓDICO DE CATALUNYA se mete entre los pucheros del famoso concurso culinario de TVE para mostrar los entresijos de su grabación

undefined38500179 television  programa making of masterchef170519195551

undefined38500179 television programa making of masterchef170519195551 / periodico

JUAN CARLOS ROSADO / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ver la grabación de un programa de 'Masterchef' (se emite este domingo, 21 de mayo, a las 22.05 horas en TVE-1) es como contemplar embobado cómo se va cociendo a fuego lento un buen guiso. Así lo ha podido comprobar este diario, que asistió, movido por la curiosidad, a una de esta sesiones para escrutar los movimientos fuera de cámara de los protagonistas del famoso concurso culinario. Lo primero que nota uno al llegar a la nave industrial donde se desarrolla 'Masterchef' es el frío propio de un lugar desangelado convertido en plató. Un ambiente muy diferente al que se palpaba en los míticos Estudios Buñuel, antes de que el programa tuviera que huir a un polígono del municipio madrileño de Fuente El Saz del Jarama por el cierre del histórico recinto televisivo. La temperatura gélida se transforma en algo más agradable cuando se llega al plató, aunque solo sea porque allí se arremolinan técnicos, miembros del equipo y concursantes que van de un lado a otro como lagartijas.

Pero en un momento dado tienen que parar porque llega la hora de ‘microfonarse’, como se dice ahora de forma horrible en el argot televisivo. Juntos forman una larga cola al lado del enorme panel negro que les impide ver lo que les espera en el plató. Mientras tanto, los tres miembros del jurado se dan los últimos retoques antes de chupar cámara: Jordi Cruz presume de lo bien que le queda la chaqueta, Pepe Rodríguez gasta bromas al equipo mientras le cepillan el traje y Samantha Vallejo-Nágera demuestra que se puede hablar por el móvil al mismo tiempo que le pintan los labios. Uno a uno, se van haciendo fotos para controlar cómo van vestidos en cada programa y evitar pifias de las que luego salen en los espacios de humor y 'zapping': “Mirad, aquí Samantha va de rojo y en este otro momento va de amarillo”.

PUENTE AÉREO SACRIFICADO

Mientras la única mujer del jurado da buena cuenta de una pieza de fruta, su compañero Jordi Cruz sale del plató para airearse. “Antes me ponía más nervioso y me repasaba el guion, pero ahora lo tengo ya controlado y estoy bastante relajado”, confiesa el chef catalán, que se tiene que dar verdaderas palizas para compaginar su trabajo profesional con los dos días de grabación semanales. “Es un gran sacrificio porque esta noche tendré que estar en el restaurante, pero lo doy por bien empleado por la labor divulgativa que tiene este programa”. Aparte de la promoción culinaria, está la popularidad que proporciona el medio, aunque a Cruz no parece importarle mucho. “Es la parte que menos me interesa, ya que la televisión es efímera y nuestro oficio sigue: a mí dejarán de conocerme con el tiempo, pero continuaré en la cocina”. De todos modos, observa el fenómeno ‘fan’ con la ternura que inspiran esos comportamientos: “Cuando se me acercan como si me conocieran de toda la vida me quedo muy sorprendido, pero he acabado entendiendo que estamos metidos en sus casas como si fuéramos ya de la familia”.

El cocinero catalán vuelve a entrar al plató y se encuentra ya con Eva Gónzález, que acaba de llegar. Embutida en un flamante vestido estampado, la simpática presentadora, que se ha quejado siempre de lo "agotador" que es grabar el programa, abre la sesión con su habitual deje andaluz. Detrás del biombo negro, los concursantes esperan como toros en chiqueros la entrada a la sala de fogones. Se desean suerte, pegan saltitos para desentumecerse como los boxeadores y hasta se hacen unos a otros la ola. La voz de Eva les avisa de que ha llegado el momento y los aspirantes a ‘masterchef’ del año irrumpen en el plató. A partir de ahí, se pone en marcha la grabación con un juego de grúas y cámaras manejadas por técnicos que parecen veteranos por su edad. “Tratamos de grabar de corrido y sin interrupciones para ganar espontaneidad”, explica uno de ellos antes de aclarar que los curiosos que se mueven entre bastidores son amigos y familiares de los miembros del equipo: “A los familiares de los concursantes no se les permite estar en la grabación”.

ROBA LO QUE PUEDAS

A quienes sí se les ha autorizado es a los niños de una fundación de enfermos graves, que siguen perplejos las vicisitudes del concurso a través de unos monitores situados al lado del plató. “¡Mira, esa es Eva González”, exclama entusiasmado uno de los críos. Ese día, los concursantes se enfrentan a un envenenado juego que consiste en ‘robarle’ al compañero 6 de los 12 ingredientes que les han proporcionado para cocinar un plato. La obligación de volverse de espaldas para no ver el resultado del 'latrocinio' perpetrado por el diabólico colega da origen a algunas bromas y chascarrillos. “No se puede mirar por el rabillo del ojo”, advierte Pepe Rodríguez. El rodaje se va desarrollando de forma fluida hasta que, en un momento dado, se ordena repetir una toma porque hay una caja mal colocada que entorpece la visión. Consumados todos los ‘robos’ delante de las narices de los concursantes, aparece el gran Joan Roca en plan Mesías para desmostrar cómo se puede cocinar un magnífico plato con solo seis ingredientes. El milagro de la multiplicación de los panes y los peces en la versión laica de 'Masterchef'.