Javier Ambrossi: «La gente no es consciente del poder que tiene pedir»

Si Pedro Almodóvar tuviera hoy la edad que tenía cuando rodó Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, probablemente no elegiría el cine para anunciarle al mundo: aquí estoy yo tras una cámara. Haría algo parecido a lo que ha hecho Javier Ambrossi (Madrid, 1984), que este verano se ha convertido en la comidilla en el sector audiovisual, trending topic incluido, al lanzar a la red la web-serie Paquita Salas, historia de una representante de artistas petarda y demodé interpretada por un actor. Le acompaña Javier Calvo (25 años), su otra mitad, con quien lleva tres años liándola parda en el teatro con La llamada, un musical a base de reguetón y monjas lesbianas que ahora van a convertir en largometraje. Humor, desparpajo, atrevimiento y talento: razón, aquí.

¿Rebobinamos? De pequeño quería ser novelista, pero luego estudié Periodismo, que ya ves tú para qué. Presenté programas de música en la TDT, hice anuncios y empecé a salir en teleseries. Ahí descubrí que la interpretación me apasionaba. He tenido papelitos en Sin tetas no hay paraíso, Amar en tiempos revueltos, Cuéntame… Pero nunca me fue superbien. Cuando conocí a Javi (Calvo), que salía en Física o Química, nos pilló una época complicada para los actores. Así que empezamos a escribir. Lo primero que hicimos fue una obra de microteatro sobre el incendio del edificio Windsor de Madrid. Era divertidísima.

Y pillaron gustillo a lo de ir tras los focos. La reacción del público nos sorprendió tanto que nos planteamos llevar la obra a un teatro de verdad. Estuvimos persiguiendo al director del Lara de Madrid, hasta que nos dijo: «Mirad, ahí tenéis el hall del teatro, haced en él lo que queráis». Uno de nuestros fuertes es que no paramos hasta conseguir lo que queremos.

¿Qué pasó después? Cuando nos ofrecieron el Lara, pensamos: ¿y si escribimos una nueva obra? Y montamos La llamada. Empezó siendo una cosa modesta para dos noches en la entrada del teatro con sillas plegables para 80 personas, pero desde el primer día fue una locura. La gente empezó a venir a mansalva. Han pasado tres años y ya la hemos representado en 30 países. Ahora vamos a adaptarla al cine. Tenemos fans que incluso se han tatuado el lema de la obra.

¿Cuál es? Lo hacemos y ya vemos. Es nuestro lema de vida. Las cosas hay que hacerlas sin pensar en los resultados, solo porque te hacen feliz. Si salen mal, no pasa nada, el mundo no se acaba. Hay que atreverse, que la vida solo es una. De eso va La llamada.

¿Cómo nace Paquita Salas? Un día estábamos en casa con nuestro amigo Brays Efe, el actor que interpreta a Paquita, y le dijimos: «A ver, ponte estas gafas…» Y así empezó todo. Iba a ser una cosita de cinco minutos, pero como no sabemos pensar en pequeño se ha convertido en una web-serie. En julio presentamos el primer capítulo, y en septiembre cada 15 días lanzaremos los otros cuatro que faltan para completar la primera temporada.

¿Cómo se consigue ser trending topic el día que lanzas el primer capítulo de una web-serie que nadie conoce y que la crítica te cubra de elogios?  Ha hecho gracia. Paquita es una mujer que ha de afrontar que el mundo ha cambiado y ella ha pasado de moda. En el fondo es una tragedia, pero lo contamos en tono de comedia, con muchos referentes del mundo audiovisual y guiños costumbristas. No lo forzamos, nos sale así.

Han contado con cameos que ya quisieran muchos novatos. Con Macarena García lo tenía fácil, porque es mi hermana. Belén Cuesta es amiga desde los inicios de La llamada. Y luego tenemos a figuras a priori inaccesibles a las que, simplemente, nos hemos atrevido a llamar y pedirles que se unieran. La gente no es consciente del poder que tiene pedir. Si pides, y lo haces con gracia, consigues lo que quieras. Yo estaba poniendo copas hace poco en un bar de Chueca y hoy me siento como Belén Esteban ganando GH Vip después de ganar Supervivientes. Y todo porque me atreví a pedir.