David Muñoz: "El éxito no debe ser nunca el fin"

Cuatro estrena este domingo el 'docurreality' con el triestrellado cocinero

'El XEF' El chef David Muñoz muestra las interioridades de su restaurante.

'El XEF' El chef David Muñoz muestra las interioridades de su restaurante.

JUAN CARLOS ROSADO / MADRID

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El dueño del restaurante madrileño Diverxo está preocupado porque nada extraño se interponga entre su trabajo y el éxito. Pese a ello, David (o Dabiz, como firma ahora) Muñoz (Madrid, 1980) accedió a que una cámara se convirtiera en su sombra durante los dos últimos años. El resultado lo veremos en 'El xef', un 'docushow' que promete emociones fuertes de la mano de Cuatro. Eso sí, al premiado cocinero no le importó nada sufrir esa invasión, porque todo fue muy natural. 

–¿Qué es 'El xef'? 

–Es el día a día de mis dos últimos años y de todo lo que me ha ocurrido en mi vida profesional. No han parado de pasar cosas de forma vertiginosa. A nivel de aspiraciones y de expansión. Nuestro nivel de exigencia ha ido cambiando y todo sigue cambiando. 

–¿Mostrará su lado personal? 

–Veremos a un David Muñoz personal porque todo lo que hago tiene que ver conmigo. Todos mis negocios y mi forma de entender la gastronomía tienen que ver con una actitud frente a la vida. Pero la parte más vinculada con mi parcela afectiva no se va a ver. 

–¿Cuál es el momento más triste y el más alegre que veremos? 

–No se ve ninguno triste, sino momentos de mucha exigencia tanto física como mental. Momentos alegres y de éxito profesional hay muchos. Lo que nos está pasando es muy bonito. Todo está ocurriendo porque hay mucho esfuerzo detrás. Quizá el más emocionante sea la inauguración del restaurante nuevo de Diverxo. Esa fue una gran noticia para nosotros. 

–¿Qué fue lo que le atrajo de este proyecto para asumirlo? 

–Lo que no queríamos era hacer un programa de televisión, sino enseñar lo que hacíamos. Abrir las puertas de par en par para que entrase la televisión. Esto significaba también que no queríamos repetir situaciones ni provocarlas ni falsearlas. No deseábamos hacer un programa de cocina ni que la televisión influyese en nuestro día a día. Nuestra intención era que la tele se acoplase a nosotros. Si esto era posible, tendría sentido el programa, pero si no era factible, no tendría razón de ser. Al final, la mayor dificultad del programa ha sido esta, pero también ha sido su mayor virtud a la hora de poder editarlo y enseñarle a la gente cosas que son reales. 

–¿Tardó mucho en decir que sí? 

–No, porque creo que nuestra historia merece ser contada y que mucha gente se va a sentir inspirada por lo que hacemos. En tiempos como los actuales, en que parece que todo son malas noticias, hay gente que sabe de nosotros desde que nos dieron la tercera estrella Michelin. Pero esta es la historia de un grupo de gente joven que lleva nueve años trabajando muy duro y que sigue haciéndolo con mucha fe. 

–¿Qué le hizo más tilín cuando le explicaron la idea? 

–En el fondo, que no tenía que hacer nada. Nunca haré nada en televisión que me quite tiempo. A mí me gusta cocinar, porque me hace feliz. Si puedo estar cocinando y hay una cámara que lo va grabando, no me importa porque no tengo que dejar de hacerlo. Tengo claro que somos lo que somos porque cocinamos muy bien. El día que dejemos de hacerlo muy bien, todo se habrá evaporado y no habrá ninguna historia bonita que contar. Ahora la hay porque la gente sigue esperando una cola de un año para poder venir a comer. 

–Usted se estrenó en la tele con Jesús Calleja. ¿Cómo fue aquella primera experiencia con él? 

–Genial. Jesús es la típica persona que se le ve que es feliz con lo que hace. Desde que se levanta hasta que se acuesta hace lo que quiere y como quiere. Creo que esa gente tiene una chispa especial. No le conocía y desde el primer día que fui a Planeta Calleja me quedé absolutamente enamorado. Me encanta como persona y como profesional y me apasiona su estilo de vida aventurero y deportista. Congeniamos muy bien desde el primer día y me lo pasé francamente bien haciendo el programa. Ha sido una de las grandes experiencias de mi vida. 

–¿Qué programas de televisión le gustan? 

–Veo poca tele, porque me paso la vida cocinando. Cuando llego a casa por la noche, me gusta ver sobre todo cine. Pero también me gusta Pekín Express. Sobre todo los dos últimos años, porque lo presenta Cristina [Pedroche](ríe). 

–Pero habrá visto alguna vez 'Masterchef' 

–Pues no, porque coinciden con mi horario de trabajo. Si llegas a las dos de la mañana y te levantas a las ocho, y eso lo haces seis días a la semana, ¿te vas a poner a ver la tele en tu día libre? Los conozco por referencias. Todo lo que sea promocionar el mundo de la gastronomía tiene una parte positiva y negativa, desde el punto de vista de qué información recibe el espectador. Pero todos producen efectos positivos para la gastronomía. Si, además, muchos de ellos están vinculados a grandes profesionales de la cocina, el resultado no puede ser mejor. 

–¿A qué atribuye el bombazo de los programas de cocina? 

–Comemos tres veces al día. Comer es uno de los actos fisiológicos del ser humano que producen placer. Es normal que todos en el fondo llevemos un cocinero dentro. A todos nos gustaría cocinar algo rico para hacer feliz a alguien o a uno mismo. Creo que han tardado mucho en llegar los programas de cocina. 

–Arguiñano dice que los niños deben estar jugando y estudiando en vez de cocinando en concursos de televisión. ¿Está de acuerdo? 

–El mundo de la cocina tiene una parte lúdica y cultural muy bonita. El mismo problema podría existir con otro tipo de programas que tienen que ver con niños, como los concursos de talentos infantiles. Siempre y cuando estén bien enfocados y los padres de esos niños tengan claro cuáles son las reglas del juego y sepan educar bien a sus hijos, creo que no hay ningún problema. Es que si no estaríamos cerrando las puertas a cualquier talent show de niños. 

–¿Qué le parece 'Pesadilla en la cocina'? 

–Está bien. Alberto Chicote es un gran profesional y un gran cocinero con una gran historia detrás. No es un programa que siga, pero me parece bien. De hecho, hay algunos restaurantes, muy poquitos, a los que el programa les ha servido para salir adelante y reflotarse. 

–¿Se atrevería a presentar un programa de esas características? 

–No, porque mi negocio es la cocina. Alberto ha tenido que dejar el mundo del restaurante para dedicarse a la televisión. Yo quiero cocinar, abrir locales y comerme el mundo detrás de la sartén y del fogón. No haré nada relacionado con la tele que me aleje de la cocina. 

–Usted iba para futbolista, pero acabó en los fogones... 

–Sí, me apasionaba la cocina, pero también fue un poco porque con 16 años jugué en el Atlético Madrileño de 2ª B, dos categorías por encima de mi edad, y quizá me creí muy bueno demasiado pronto. Eso fue el principio del fin. Aquello me ayudó mucho para aplicarlo al mundo de la cocina, cuando me empezó a llegar el éxito muy prontito. Me ayudó a gestionarlo de forma inteligente. 

–¿Qué pasó para que acabara dejando el fútbol por la cocina? 

–Fue la selección natural: me gustaba mucho desde pequeño la cocina. Era algo muy vocacional. Por otro lado, el hecho de creerme muy bueno antes de tiempo fue para mi el principio del fin. Mentalmente tienes que estar muy fuerte para acometer cualquier gran proyecto desde la perspectiva de la élite. Si no tienes la mente bien preparada, el éxito no te llega nunca. 

–Se ha dicho que usted es un antisistema de la cocina. ¿David Muñoz es para la cocina lo mismo que Podemos para la política? 

–Me parece una comparación tan peregrina que soy incapaz de contestar. No veo ninguna similitud entre Diverxo y un partido. Lo que Diverxo supone para la gastronomía no tiene que ver con la política. 

–¿Siente que ha roto moldes en la estética tradicional de la cocina? 

–Siento que hemos roto moldes en los planteamientos básicos de la gastronomía, en cómo entendemos los negocios y todo lo que hay alrededor de ella. Si tiene que ver algo con la estética o no me preocupa bastante poco. Me gusta quedarme con la esencia. El envoltorio es lo de menos. 

–Usted dijo hace tres años que en Diverxo eran todos mileuristas. ¿Eso era así de verdad? 

–Sí, en aquella época todos lo éramos. Lo que pretendía decir es que para conseguir tus objetivos y sueños tienes que sacrificar muchas cosas. El éxito nunca debe ser el fin, sino un paso en el camino. Lo más importante no es ganar dinero pronto, sino construir. Y nosotros siempre hemos querido construir desde la base sin importarnos los tiempos. Teníamos claro que el rendimiento económico y profesional llegarían. Podíamos haberlo hecho mucho más rápido, pero probablemente no estaríamos en la misma situación que ahora. 

–¿Qué ha tenido que sacrificar?

–Muchas cosas. Tiempo, dinero, esfuerzo, amigos, que la familia y la gente que te rodea te entienda... Al final, todo tiene un precio y tienes que estar dispuesto a pagarlo. 

–¿Es cierto que al principio dormía en la trastienda del restaurante? 

–Sí, hace nueve años. Hay gente que nos ha conocido estos dos últimos años, pero no hemos salido de la nada. Somos gente que ha peleado, pelea y peleará mucho por lograr sus objetivos. Gente que se ha permitido el lujo de soñar grande. 

–La ha armado buena fotografiándose con el vestido transparente de Cristina Pedroche

–Lo hice porque me apeteció. 

–¿Qué le parece la polvareda mediática 

–Absurda. Me parece que estaba espectacular y creo que cada persona es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo y con lo que se ponga. Me parece perfecto.