La entrevista del 'Teletodo'

Alberto Chicote: "Antes daba de comer a 40 personas y ahora a 3 millones"

El chef está al frente de la tercera temporada de 'Pesadilla en la cocina' en La Sexta

Alberto Chicote, Pesadilla en la cocina

Alberto Chicote, Pesadilla en la cocina / periodico

JUAN CARLOS ROSADO / Madrid

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Los cocineros descuidados y poco escrupulosos han vuelto a temblar al ver que la oronda silueta de Alberto Chicote (Madrid, 21 de junio de 1969) se cierne otra vez, vigilante, sobre ellos. El chef madrileño se ha enfundado de nuevo su indumentaria cuasi carnavalesca para acometer la tercera temporada de 'Pesadilla en la cocina', el aterrador 'docureality' de La Sexta (los lunes, a las 22.30 horas).

--¿Cuál es el momentazo de esta tercera entrega, el acontecimiento más impactante? 

--Haber tenido la oportunidad de salir fuera de casa y viajar a Miami ha sido espectacular. El arranque fue muy curioso porque unos familiares de uno de los dueños del restaurante le invitaron a pasar unos días de julio en Calpe. Vieron nuestro programa y pensaron que ese señor que veían en la tele era justo lo que les hacía falta para reflotar su negocio de EEUU. Nos llamaron desde Miami y allí que nos fuimos casi con más miedo que vergüenza. Fue estupendo. Nos contó cómo había salido en balsa de Cuba y que todo ese esfuerzo estaba a punto de irse al garete porque no podían sacar adelante el restaurante.

--¿Qué siente cuando se entera de que alguno de sus pacientes ha acabado cerrando? 

--Una pena enorme porque algunos de ellos no debían haber echado el cierre. En el caso de El Parador de Villa de Madrid, fue una cuestión de fechas porque si nos hubieran llamado para la primera temporada en vez de para la segunda estarían aún vivos. Ellos tenían un empujón de público con la universidad en marcha. Estaban encantados, pero cuando estaban recuperando el resuello llegó enseguida el mes de julio y no pudieron aguantar hasta que volvieran en octubre los estudiantes. Da mucha pena porque, quieras o no, terminas dejando un trocito de tu corazón en cada sitio al que llegas. El nivel de implicación es muy grande y te dejas allí la piel.

--¿Qué es lo peor que se ha encontrado en estas tres tandas que lleva ya el programa? 

--El propietario o el cocinero. Cuando me hacen esta pregunta, todos esperan que les diga el restaurante más guarro o el bicho más grande que he visto. Pero es bastante más preocupante la desidia y el desinterés de los que llevan el local que un montón de mierda. La ventaja en este último caso es que si pones a un equipo de limpieza lo dejas listo, pero intentar cambiar una cabeza es mucho más complejo.

--¿Le preocupan los audímetros? ¿Es usted de los que acostumbran a mirar los resultados de audiencia al día siguiente? 

--Sí, los suelo ver. Yo intento siempre analizar las razones de esos resultados. Son muy indicativos porque te dicen si lo estás haciendo bien o no. Es como cuando compruebas la cifra de clientes que han acudido a tu restaurante. ¿Cómo no te va a importar? No es que me haya convertido en un experto en interpretar curvas de audiencia, pero he de reconocer que hago porras con ella a modo de pronóstico.

--¿No se ha planteado hacer un dúo con el chef del formato original de 'Pesadilla en la cocina', el británico Gordon Ramsey? 

--Yo estaría encantado. Se lo he dicho muchas veces a Gordon por Twitter: "Vente para acá o me voy yo para allá". Igual ahora que hemos metido la patita en su casa de Miami se mosquea y viene (ríe). Pero a lo mejor no es tan sencillo porque el gran Gordon Ramsey es en esto casi Dios bendito.

--¿No cree que a veces sobreactúa o se le va la mano y roza usted el insulto o la humillación? 

--No. Lo que hay es un "abre ya los ojos de una maldita vez". Solo dispongo de una semana para realizar mi trabajo y no tengo tiempo para pasarles la mano por el hombro. Según sea su personalidad, cada uno necesita que le llegue el mensaje de una manera determinada.

--¿Ha tirado alguna vez la toalla con alguno de sus pacientes en casos que no se hayan visto? 

--Yo nunca he abandonado y me he rendido. He seguido haciendo mi trabajo aunque no le gustase a la persona que me ha pedido ayuda. Para que yo abandonara me lo tendría que pedir el que me ha llamado.

--En el avance de la nueva temporada les sorprendió mucho a los periodistas su buen inglés en Miami. ¿Dónde lo aprendió? 

--En el colegio y en los cursos de inglés que daba los veranos por consejo de mi padre. Yo me resistía y le decía que eso no valía para nada. Nunca imaginé que me iba a servir para todo esto.

--¿Dónde se siente usted más cómodo: en 'Top chef' o en 'Pesadilla en la cocina'? 

--Cuando estaba grabando 'Top chef', echaba de menos 'Pesadilla'... Ese momento tan gratificante de saber que le estás echando de verdad una mano a alguien te deja enganchado. 'Top chef' es diferente: es más divertido y tiene menos momentos de presión. Pero es curioso, porque ahora que grabo 'Pesadilla' estoy pensando en 'Top chef' y se me va la cabeza. Se te ponen los pelillos de punta cuando de repente se te ocurre una idea para el concurso.

--Se ha comentado mucho en las redes sociales que usted no mira nunca a la cámara… 

--Es una cuestión de formato. Tampoco lo hace Gordon. Es curioso, pero yo siempre miro a la izquierda y Gordon, a la derecha. El director del programa me dijo al principio que en 'Pesadilla' no se mira a la cámara, sino a un lado. Por eso lo hago. No se vaya usted a creer que es que me da miedo mirar de frente.

--Hace poco pudimos ver unas imágenes del presidente Obama cocinando en EEUU para personas necesitadas. ¿Se imagina a Rajoy haciendo lo mismo? 

--No me imagino a Rajoy haciendo nada para los más necesitados. Ni cocinar ni cualquier otra cosa, aunque algunas de ellas sean parte de su trabajo.

--No parece que le caiga muy bien el presidente del Gobierno... 

--Es verdad lo que digo, ¿no? No es que no me caiga bien: no soy quién para meterme en esas cosas. Yo he contestado lo que he contestado a la pregunta que se me ha hecho: que no le veo en esa situación.

--¿Ha cocinado alguna vez para políticos? 

--Sí. Y puedo decir que los trato igual que al resto de clientes. A veces ni siquiera te enteras porque algunos no son muy conocidos. Si el presidente del Gobierno viene, te lo dice el camarero. Pero si viene el 34º concejal del Ayuntamiento de Madrid, igual no te enteras.

--¿Por qué el programa nunca ha planteado el despido de un camarero o cocinero con lo ineptos e insufribles que son algunos de ellos? 

--No lo hemos hecho porque nuestro compromiso es intentar sacar adelante el negocio con los recursos que hay, incluidos los humanos. Nunca nos hemos encontrado con alguien que estuviera haciendo un trabajo mal de forma intencionada, con ánimo de jorobar o putear al dueño. En ese caso yo lo hubiera despedido pero es el jefe el que tiene que afrontar esa decisión. Yo lo único que le puedo decir es que su cocinero no está capacitado, pero no soy el dueño del chiringuito para echarle a la calle.

--¿Qué le parece que Samantha Vallejo-Nájera (juez del 'Masterchef' de TVE) haya puesto en duda que sea real la cantidad de grasa y de cucarachas que vemos en su programa? 

--¿Ha dicho eso? No recuerdo que Samantha haya estado nunca con nosotros. Yo sí estaba, pero ella no. Yo digo lo que he visto. Ella nunca ha venido al programa. ¿Por qué habla de lo que no sabe? Son cosas suyas que no me preocupan.

--Es como si estuviera insinuando que 'Pesadilla en la cocina' tiene truco o trampa… 

--Yo no puedo ensuciarte una cocina con mierda de tres meses. Es cierto que Sanidad vigila mucho, sobre todo el catering, que es a lo que se dedica ella. Por eso es lógico que diga que no se lo puede creer porque esos sitios que mostramos estarían cerrados. Pero lo cierto es que la inspección no ha ido a esos locales. Ha habido inspectores que me han confirmado que han visto cosas parecidas.

--¿Cuál es el porcentaje de éxito de sus recetas para reflotar locales en peligro de quiebra? 

--De 25 locales al borde del cierre que hemos visitado, continúan abiertos 20, lo que supone un 80% del total. Estamos muy orgullosos. Gordon Ramsey tiene justo el índice contrario: 20% de éxito y 80% de fracaso.

--¿La popularidad le ha cambiado en algo su vida? 

--No, sigo haciendo lo mismo de siempre. Casi todo lo que recojo por la calle son muestras de cariño. Todavía no me he encontrado a nadie que me haya dicho: "Oye tú, hijo de puta, te voy a matar". Es todo muy gratificante, igual que cuando estaba en el restaurante me encantaba que me dieran las gracias. Lo único que ha cambiado es que antes daba de comer a 40 personas y ahora a tres millones.