Los finolis vuelven a la selva

Efectivamente, los fabricantes dePerdidos en la tribu(Cuatro) no podían desaprovechar a la familiaBerhanyer, esos finolis pijitos que fueron expulsados de la tribu de los suri, y que ahora han recolocado en el poblado de los indígenas tanberma. Hombre, era de esperar. Dan mucho juego losBerhanyer. Nada más llegar a la nueva tribu, todo ha sido, aparentemente, alegría y buen rollo. Pero no es eso lo que buscaban los directivos del programa, que lo que quieren es cacao, conflicto, impacto, situaciones cafres o espectaculares. Y al parecer ya lo han conseguido. Nos acaban de enseñar -solo un poquito, para ir haciendo boca- lo que la semana que viene nos mostrarán de punta a cabo. Resulta que la exquisitaMarie Berhanyerha tenido ya un primer enfrentamiento con una indígena porque al parecer la pilló metiéndole mano a la bragueta de su esposoJuan Carlos Berhanyer. ¡Ahhh! YMarie, muy ofendida, escuchamos que gritaba: «Aparta! ¡Aparta! ¡Eso solo lo toco yo!». Y añadió, con mucha honra, abriendo los brazos de par en par:«La tiene así, así, así...». O sea, le estaba diciendoMariea la indígena queJuan Carlos, su esposo, será blanco, será occidental y será marbellí para más señas, pero que en el interior de su bragueta alberga una herramienta colosal. ¡Ahh! Ha sido muy hermoso ese rapto de honra conyugal. Pero aquí lo más bueno es lo que ha hecho el jefe de la tribu, un elemento con un sentido del humor muy disfrutable que se llamaSamsamou. Al escuchar lo que dijoMarieacerca de la dimensión del pene de su marido, se puso de pie y exclamó:«Pues ahora te voy a enseñar el mío, y fliparás». Y justo cuando se estaba quitando el taparrabos, ¡patapam!, acabaron el programa y nos emplazaron hasta la próxima semana. ¡Ahh! La siguiente entrega dePerdidos en la tribuva a tener una audiencia despatarrante. Ya lo verán.

MAS CON CUNÍ .- Amigable y cariñosa entrevista la que le ha practicadoCuní (8TV) alpresidentArtur Mas. Solícito, tierno, sensible, le ha realizado un trabajo fantástico. Permítanme resaltar un momento delicioso, un instante impagable. Fue casi al final de la conversación, cuandoCuní, con virtuosa devoción, le preguntó:«Cada noche, antes de meterse usted en la cama, cuando repasa todo lo que el día ha dado de sí, y quizá también lo que ocurrirá mañana, dígame, respóndame, ¿siente la soledad del líder?». ¡Ahhhh! Qué poética más conmovedora: la soledad delpresidentantes de acostarse.