Angy se derrite... por Fuentes

Hace tiempo que vienen cultivando enTu cara me suena(Antena 3) un arrebol, un enamoramiento muy hermoso, de la deliciosaAngyhaciaManel Fuentes. No sabría decirles si es una pasión verdadera o es una estrategia del sabio alquimista de este show,Tinet Rubira, maestro en encandilar al personal creando chispazos tórridos que entretienen y gustan mucho. En cualquier caso da lo mismo: el juego deAngyyFuentes ha funcionado la mar de bien. Y cristalizó en la última gala cuando cantaron juntos, a dúo, aquel tema que popularizaronFrank Sinatray su hijaNancy, y posteriormenteRobbie WilliamsyNicole Kidman:Something Stupid. Al concluir se proyectóAngysobreFuentes y le estampó un cálido mordisco en el labio inferior, morro contra morro, una filigrana apasionada, que provocó una enorme simpatía.Fuentes, a pesar del maquillaje, se quedó como una bombilla encendida, pero el instante conseguido quizá fue, sin pretenderlo, el resumen de lo que ha sido esta primera temporada deTu cara me suena: unshowextraordinariamente bien construido, que ha entretenido y divertido a toda la familia. Se acentúa, finalmente, el patetismo de los talibanes que intentaron crucificar aFuentes por haber aceptado presentar este programa, acusándole de ser incompatible con su trabajo al frente de las mañanas en Catalunya Ràdio. Ridículo.

OBREGÓN & MORENO: CUTRES -. En TVE-1 seguramente también pretendieron alcanzar la simpatía con una gala que titularonReyes y estrellas. Al margen de los niños aspirantes a artistas que salieron, que no tienen ninguna culpa, el resultado fue que en lugar de simpatía consiguieron el renacimiento de lo cutre. Es natural: en lugar de apostar por el ingenio y el talento apostaron por ensamblar la caspa más antigua; o sea, juntaron aAnita Obregóncon el ventrílocuoJosé Luis Moreno(en funciones de director y de productor camuflado). ¡Ahhh! De estos mimbres solo podía surgir una nube de polillas. Hagamos una salvedad con la resurrección de lossketchsde lasmatrimoniadasdePepa yAvelino. Esta pareja al menos ha conseguido algo de gran mérito científico: instalados en la máquina del tiempo le han dado ya tres o cuatro vueltas al túnel, idas y vueltas consecutivas, y cada vez que les vemos nos entra el síndrome del buen paleontólogo, o sea, nos invade un sentimentalismo fósil muy enternecedor y bonito.