tú y yo somos tres
Berto, 'El Langostino'
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
El género de la parodia es uno de los ingredientes que mejor le están funcionando a Buenafuente en su late-show de La Sexta. Disfrutamos mucho en casa con la divertida e ingeniosa recreación de tipos que consiguen Andreu, Berto y muchas veces también Ana Morgade. El otro día Berto Romero nos regaló una desternillante y muy bien trabajada parodia de Dieguito, El Cigala. Se presentó disfrazado como Berto, El Langostino, y acompañado de un virtuoso bandoneonista interpretó un tanguillo titulado No puedo más, con una letra delirante y despendolada dirigida a los alcaldes. Decía una estrofa: «Alcalde, escúcheme /../ Los ciudadanos somos seres que tenemos que mear /../ Mis ojos al cerrar, buscan un orinal /../ aunque sea una de esas cuñas de hospital /../ ¡No puedo más!». O sea, un tango denuncia reclamando más mingitorios públicos, al alcance de todos los ciudadanos. Nos reímos bastante. No es una prescindible obviedad que dedique un comentario a exaltar la comicidad de Berto, o el limpio trabajo que ejecutan Buenafuente y su equipo en su programa. Ante las patéticas sesiones de carne picada, petardeo, y vísceras humanas que nos colocan en el Deluxe, el Enemigos íntimos o el DEC, es de justicia resaltarlo.
NOLASC ACARÍN -. También me siento en deuda, como espectador, con Jaume Barberà. Su programa Singulars (El 33) es un oasis, una rareza, que no pasa inadvertida en mi casa. Esta semana invitó al neurólogo Nolasc Acarín. ¡Ah! Hacía mucho tiempo que no veíamos a Acarín en la tele. Quizá su etapa más mediática -si cabe llamarla así- fue en los años 70-80, cuando trabajó junto a Ramon Espasa en la confección del Mapa Sanitari de Catalunya. Aquello no solamente fue un mapa: fue la confluencia de dos talentos extraordinarios que partían de la izquierda más honesta que ha tenido este país en muchos años. En este reencuentro Acarín nos habló de la sinapsis, las conexiones que se nos van formando en el córtex cerebral a partir del nacimiento. Sin ellas seríamos seres ensimismados, sin capacidad de relación. Incluso probablemente caminaríamos a cuatro patas. Estos encuentros que nos viene sirviendo Barberà son elogiables. Transcurren, además, en un gabinete muy bien decorado. He advertido, por ejemplo, que Jaume y su invitado se sientan en dos réplicas de la famosa silla Barrel de Frank Lloyd Wright. ¡Ah! Eso no es solo un detalle de buen gusto: es cultura en caja alta.
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