Uso sin consentimiento
Trump abre la puerta a que los gigantes tecnológicos puedan robar contenido con derechos de autor para entrenar su IA
La administración republicana purga la Oficina de Derechos de Autor de EEUU, que pedía proteger la propiedad intelectual de los artistas
El creador de ChatGPT afirma que es "imposible" entrenar su IA sin violar los derechos de autor

Imatge de Trump vestit de papa feta amb intel·ligència artificial i compartida pel mateix president dels EUA a la seva xarxa social. | TRUTH DONALD TRUMP


Carles Planas Bou
Carles Planas BouPeriodista
Periodista especializado en tecnología y poder. Escribe sobre IA, capitalismo de plataformas, privacidad y derechos digitales. Excorresponsal político en Berlín entre 2015-2019. También ha cubierto la actualidad en Europa Central y Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con medios como TVE, Catalunya Ràdio, Deutsche Welle, TV3, Cadena SER, El Orden Mundial o Watif.
Mala noticia para los artistas. El presidente estadounidense Donald Trump ha abierto la puerta a que las grandes empresas tecnológicas puedan utilizar contenido protegido por los derechos de autor para entrenar sus sistemas de inteligencia artificial, todo ello sin consentimiento ni compensación alguna para los creadores.
El pasado viernes, la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos publicó un informe en el que denunciaba que la extracción masiva de datos de internet para alimentar aplicaciones comerciales de IA —práctica habitual en el sector— podría no ser legítima. Desde ChatGPT, de OpenAI, a Grok, de Elon Musk, han sido entrenadas con todo tipo de material sacado de la web abierta, también contenido protegido por el llamado copyright. El estudio, de 108 páginas, pedía a la administración republicana reconocer a los creadores de contenido y proteger la propiedad intelectual.
Sin embargo, lejos de valorar esa propuesta, la administración Trump despidió de forma fulminante a la abogada Shira Perlmutter, directora del organismo. La decisión se entiende como un espaldarazo del presidente a las empresas de IA y a su táctica move fast, break things ("moverse rápido y romper cosas") en detrimento de ilustradores, músicos, escritores y demás.
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, ha pedido recientemente a Washington que consagre el derecho a entrenar modelos de IA con datos protegidos por los derechos de autor, alegando que la capacidad de los artistas para decidir sobre sus creaciones es un impedimento al crecimiento económico de EEUU que podría permitir a China tomar la delantera y convertirse en la primera potencia mundial en ese mercado.
Un argumento "absurdo", según Mike Davis, asesor clave de Trump en materia antimonopolio. "Se puede decir: ‘Bueno, tenemos que competir con China’. No, no tenemos que robar contenido para competir con China. No tenemos mano de obra esclava para competir con China", ha remarcado en declaraciones a The Verge.
"Toma de poder ilegal"
La Oficina de Derechos de Autor es una agencia del Gobierno estadounidense que está bajo supervisión del Congreso, no de la Casa Blanca. Los demócratas han denunciado que esta maniobra es "una toma de poder descarada, sin precedentes y sin base legal" con la que Trump busca beneficiar a sus aliados y a las compañías tecnológicas que le han apoyado antes o después de su victoria presidencial. "No es ninguna coincidencia que actuara menos de un día después de que ella se negara a dar el visto bueno a los esfuerzos de Musk por extraer trozos de obras protegidas por derechos de autor para entrenar modelos de IA", ha lamentado el representante demócrata Joe Morelle.
Con las recomendaciones de la Oficina de Derechos de Autor en la basura, EEUU se encamina a dar vía libre al sector tecnológico para que digiera con total libertad todo el universo de contenidos que hay en internet, despojando así a los creadores de su derecho de propiedad intelectual y reforzando la alianza entre Trump y las llamadas Big Tech, que exigen una menor regulación de sus negocios.
La decapitación de esta agencia puede ser crucial en un momento en el que se acumulan las demandas de artistas y editores como The New York Times contra tecnológicas por el uso sin consentimiento de sus contenidos para 'alimentar' la IA, litigios en los que exigen una compensación económica por ese uso.
"Puede que Trump haya zanjado cualquier espinosa cuestión legal que la oficina hubiera planteado, pero el vacío al frente de la autoridad implica que las empresas más ricas y con mejores conexiones pisotearán la legislación sobre derechos de autor en el curso de sus negocios", ha valorado Blake Montgomery, periodista tecnológico de The Guardian.
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