Cara oscura de la IA
OpenIA subcontrató trabajadores en Kenia para supervisar ChatGPT
Los empleados de la compañía de inteligencia artificial en África cobraban menos de dos dólares a la hora por revisar contenido extremo como asesinatos o violaciones
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles Planas Bou
La inteligencia artificial (IA) parece destinada a ser uno de los grandes fenómenos tecnológicos de los próximos años, apuntando a un negocio multimillonario. Sin embargo, esa fascinación esconde una realidad mucho más precaria. OpenAI, la empresa que ha popularizado el uso de estos sistemas con el lanzamiento del chatbot ChatGPT o el generador de imágenes DALL-E, subcontrató a trabajadores de Kenia con salarios inferiores a los dos dólares por hora, según una investigación de la revista Time.
ChatGPT es chatbot generador de texto programado para responder a todo tipo de preguntas de los usuarios así como para crear textos imitando estilos literarios, componer canciones o escribir código informático. El sistema es capaz de dar estos resultados porque se entrena con una base de millones de datos extraídos de Internet.
Pero para que no replique contenidos tóxicos o sesgos, antes debe ser revisada por los humanos. Ahora sabemos que esta tarea era realizada por trabajadores kenianos encargados de leer y categorizar contenidos radicales como asesinatos, violaciones, torturas, lesiones físicas o maltrato animal. Dicho de otra forma, para hacer que ChatGPT sea más seguro.
Algunos de esos empleados han denunciado el impacto psicológico que suponía estar expuestos durante nueve horas al día a este tipo de contenidos extremos. "Fue una tortura", relata un trabajador que, explica, sufrió pesadillas recurrentes. Los equipos tenían la obligación de leer y etiquetar entre 150 y 250 pasajes por turno.
Sueldos de menos de 2$/h
La investigación de TIME desvela que esos empleados, subcontratados por la empresa estadounidense Sama, cobraron entre 1,32 y 2 dólares por hora. Aunque ese salario estaría por encima del mínimo establecido en Kenia, de 121,88 dólares al mes, está muy lejos de lo que cobran los empleados tecnológicos en otros países.
OpenAI, fundada por el empresario Sam Altman y el magnate Elon Musk, lanzó ChatGPT en noviembre y desde entonces acumula más de un millón de usuarios. La empresa puede conseguir en las próximas semanas una inyección de capital de Microsoft de 10.000 millones de dólares, lo que podría disparar su valoración hasta los 29.000 millones.
Este proceso de subcontratación es habitual. Como también destapó Time, Meta trabajó con Sama para contratar a personal en Kenia destinado a moderar los contenidos de Facebook, repitiendo esa pesada tarea de revisar y marcar como inapropiados todo tipo de contenidos extremos. Tanto Meta como Sama han sido denunciadas por un empleado que asegura que violaron la Constitución del país africano.
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