entrevista con el presidente de la asociación profesional de privacidad

Ricard Martínez: "Nuestra libertad depende de proteger la información"

Ricard Martínez, en el centro de datos de la Universidad de Valencia.

Ricard Martínez, en el centro de datos de la Universidad de Valencia.

CARMEN JANÉ / Barcelona

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Profesor de la Universidad de Valencia, Ricard Martínez ha trabajado siempre en temas de privacidad. Fue responsable del gabinete de estudios de la Agencia Española de Protección de Datos y ha participado en la elaboración de normas de protección de menores. Ahora preside la Asociación Profesional Española de Privacidad, un lobi para representar a los profesionales y concienciar a los ciudadanos de la importancia del control sobre los propios datos.

-¿Qué es lícito que nos controlen cuando visitamos una web?

-Tenemos que ser conscientes de que en internet no todo es gratis. Lo que no se paga con dinero, lo pagamos con nuestros datos. Lo que tenemos que exigir es transparencia. ¿La web sabe quién soy o no? ¿Navego bajo registro o de forma anónima? Pues si es anónima, puedo pedir a una web que me informe de que me ha puesto una cookie. Y si me he registrado o van a analizar mis datos, que cumpla la ley española de protección de datos.

-¿El consentimiento ha de ser explícito o informado?

-Hay que pedir al usuario anónimo que le dé a la tecla aceptar, como lo plantea la ley española.

-¿Cómo se comportan las redes sociales en el tratamiento de los datos que proporcionan sus usuarios?

-Hay que pedirles que cumplan las normas y que el proceso de registro sea transparente. No tengo por qué leerme 22 páginas para acceder a una red social pero quiero saber con claridad cómo van a tratar mis datos ya no solo los dueños de la red, sino los anunciantes o las aplicaciones de juegos que quizá están en un tercer país... La configuración de la privacidad de los perfiles ha de ser más fácil y no puede ser que por defecto esté abierta a todos los demás usuarios, como pasa en Tuenti, que además se dirige principalmente a menores. Se les ha de exigir que apliquen su responsabilidad social corporativa y que adviertan a sus usuarios sobre lo que comparten o lo que pueden escribir, sobre todo a adolescentes.

-Pero se insta a los usuarios a que cada vez compartan más cosas. Es el caso de los nuevos perfiles de Facebook, que piden que reconstruyas tu vida.

-Sí, por eso. Pero han de valorar qué comparten y qué no. Y me repugna, especialmente en el caso de los menores, que se inste a la gente a publicar cosas que no son ciertas. Es horrible que una aplicación como Gossip o las páginas de informers basen su modelo de negocio en fomentar rumores. Y que muchos usuarios entiendan que eso es lícito. Un rumor puede arruinar la vida a alguien, sobre todo a un adolescente. Habrían de aplicarse aquello de Google del Don't be evil (No seas malvado).

-¿Y Google lo cumple? ¿Es el 'Gran Hermano' de George Orwell?

-Que una gran empresa tenga una política de privacidad ya es bueno. Pero tendría que ir completándola si añade servicios adicionales que exceden sus negocios iniciales, como la geolocalización o la red social. No tenemos pruebas materiales de que Google o Microsoft, con Bing y todos los servicios asociados, sean un Gran Hermano. Pero todas las herramientas vinculadas al mundo de internet tienen la potencialidad de serlo.

-¿Y lo son los gobiernos? ¿Utilizan esta información que da internet?

-No hay que ir muy lejos. En España, en aplicación de una directiva europea, todas las compañías de telecomunicaciones están obligadas a guardar al menos durante un año todas las comunicaciones electrónicas de sus clientes, incluyendo números de teléfonos, nombre, localización... Y si se las pide un juez, se las han de dar. En China o en Irán, la figura del juez no existe, y en EEUU, la Patriot Act seguramente es más invasiva que las leyes europeas.

-¿Cómo afecta la incorporación de la geolocalización a los datos que captan las compañías?

-La geolocalización tiene un potencial añadido de análisis de comportamiento impresionante. Al propietario de una cuenta le permite localizar a familiares y trabajadores, y eso viola su privacidad.

-Porque hay asistentes virtuales que captan los intereses del usuario y cruzan sus datos on line...

-El principio de base en internet es que cualquier dato puede ser analizado. Y la información personal revela gustos pero también ideología, y esos son datos delicados. Todo lo que no es tratamiento neutral de la información es peligrosísimo. La dirección de correo puede revelar tu puesto e incluso tu sueldo. No nos cansamos de decir que en tecnología no se pueden poner puertas al campo, pero igual nos tendríamos que plantear si se las ponemos. De cómo protegemos nuestra información depende nuestra libertad.

-¿La 'resistencia digital' de muchos adultos la pagan los menores?

-Mi experiencia es que los adolescentes no tienen conciencia de la privacidad hasta que se encuentran con un problema. La formación en estos temas es muy importante y se descuida. Los padres y los maestros igual no saben utilizar un programa concreto, pero sí tienen criterio y valores, y los han de transmitir a los menores. En Magisterio no se enseña esto, y hay que hacerlo porque si los maestros no saben y los padres no ayudan, mal vamos.

-Además, lo que colguemos o digamos es nuestra reputación on line.

-Hasta no hace mucho, lo que presentábamos de nosotros era nuestro currículo, y ahí cada uno ponía lo que quería. Controlábamos la información que dábamos a los demás. Ahora tu biografía son los 10 primeros resultados en Google cuando buscan tu nombre. Si lo que sale es la ponencia en un congreso, vale, pero si explica que estás en una lista de morosos, pues ya no te va a hacer tanta gracia. Ni controlamos ni sabemos cómo funcionan los buscadores de internet. Pero tenemos que ser conscientes de que los primeros responsables de nuestra reputación en internet somos nosotros mismos. Lo que se pone en internet queda para siempre.