INVESTIGACIÓN

La ciencia descubre los cómics como medio de divulgación

MICHELE CATANZARO
BARCELONA

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Demonios escarlata luchan contra demonios blancos en un escenario de tubos y canales rojos. Así es un infarto según José Marín, artista gráfico de Sabadell de 28 años, que figura entre los seleccionados por Cardiocòmics, concurso sobre ciencias del corazón promovido por el Centro de Investigación Cardiovascular (ICCC-CSIC) de Barcelona y financiado por el Departament d’Innovació de la Generalitat. La convocatoria tuvo un éxito imprevisto, hasta el punto de que llegaron trabajos desde Portugal y Argentina. Los ganadores se anunciaron el 18 de diciembre.

La iniciativa se añade a un conjunto de proyectos que están descubriendo el cómic como herramienta para mejorar el conocimiento de la ciencia. La punta del iceberg es probablemente el libroLa física de los superhéroes, de James Kakalios (editorial Ma non troppo), pero el conjunto de cómics de contenido científico crece rápidamente con títulos comoArchie y sus amigos contra los residuos tóxicos domésticos, Omega Boy contra el Dr. Diabetes oUnidad Especial Eco Agentes.

El fenómeno más sorprendente es quizá la creciente presencia de temas científicos en cómics sin una finalidad didáctica. «Por ejemplo,El arrugas, de Paco Roca, premio Nacional de Cómic de este año, ofrece una descripción detallada de los síntomas del alzhéimer», explica Jordi Ojeda, promotor del proyecto de investigaciónCómic, ciencia y tecnología en la UPC.

ORIGINALIDAD / «El tratamiento de las enfermedades fue abordado de forma poco convencional», resume José Martínez González, coordinador científico de Cardiocòmics. Sergi Oca, diseñador gráfico de 22 años, dibujó un doctor con cabeza de cable que recarga a un hombre con cabeza de enchufe. Laura Velasco, de 26, presentó un corazón de papel hecho a tiras. Xavier Tàrrega, estudiante de 29 años, exploró las motivaciones psicológicas de un corazón roto.

«Elegimos el cómic porque te permite acercarte a los jóvenes –explica Raúl Torán, responsable de comunicación del ICCC–. Otro objetivo es que autores y lectores se planteen seriamente el problema de la prevención». «Nos sorprendió lo bien informados y positivos que son los autores», prosigue Martínez. Por ejemplo, Rut Caballa, estudiante de 18 años de Esparreguera, dibujó una niña en estilo manga que desglosa los ejes de una vida saludable y convence a su padre de que debe de cambiar de estilo de vida tras un infarto.

«El cómic tiene un amplio espectro de potencialidades –explica Jordi Ojeda–. No sirve solo para enseñar a quien lo lee, sino que es una herramienta de terapia y aprendizaje para quien lo dibuja. ¿Su secreto? Entra por los ojos».