Movilidad

El calvario de Rodalies para los usuarios de Tarragona: "Es catastrófico, estamos agotados"

Los usuarios se ven obligados a cambiar su vida laboral o personal debido a las afectaciones y a la falta de alternativas

Huelga de Rodalies en Catalunya: fechas, trenes afectados, servicios mínimos y alternativas al transporte

Usuarios de Rodalies en una estación de Renfe.

Usuarios de Rodalies en una estación de Renfe. / Marc Asensio

Jan Magarolas

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Tarragona
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Los problemas del día a día de la movilidad en Catalunya, ya sean por afectaciones en la red ferroviaria o accidentes en las autopistas, perjudican a miles de personas que van a trabajar, a la universidad, a ver a la familia o al médico. Los ciudadanos de las comarcas de Tarragona son unos de los más afectados: se encuentran a más de una hora de la capital catalana tanto si van en tren como en vehículo privado, pero este tiempo se alarga cuando surgen incidencias o imprevistos y, a veces, la alternativa de unos se convierte en la perdición de otros.

Cuando lo que fallan son los trenes de Rodalies, que en la demarcación de Tarragona son las líneas R13, R14, R15, R16, R17, R2 Sud, RT1 y RT2, muchos de los usuarios buscan alternativas factibles para poder desplazarse a su destino, pero no siempre es fácil encontrarlas. En el caso de Cesc Guash Munné, de Riudoms (Baix Camp), se ha visto obligado a alquilar una habitación en Barcelona para no tener que depender tanto de la conexión ferroviaria y no perder horas de trayecto entre su casa y su trabajo. Tras diez meses adaptándose como pudo al servicio entre Tarragona y la capital catalana, pasando más de 14 horas seguidas fuera de su casa, llegaron las obras al túnel de Roda de Berà "y se convirtió en imposible, en una odisea", asegura el joven.

"Por culpa de los trenes y los retrasos no podía ver a mi familia ni a mis amigos en el pueblo; me planteé todas las alternativas pero al final tuve que alquilar en Barcelona", explica él. Se muestra contento con la decisión porque ahora está a diez minutos andando de su trabajo, asegura que "los precios de una habitación en Barcelona son muy altos, pero prefiero pagar más y tener salud mental, ahora puedo conciliar mi vida personal". Aunque admite que, en cuanto tenga la oportunidad, volverá al tren.

De uno que ha tenido que trasladarse temporalmente a uno que ha dejado su trabajo en Barcelona. Òscar Rovira, de Cambrils (Baix Camp), renunció a su ocupación "por las horas que me costaba ir y volver en tren". La inversión de su tiempo en Rodalies era "demasiado importante" y por suerte tiene otro trabajo a tiempo parcial y ha podido tomar esta drástica decisión, aunque también ha tenido que abandonar el tren para usar el vehículo privado. "Ahora el servicio de Renfe va peor que nunca, ysiemprere he apostado por el transporte público pero así es imposible, tengo miedo de quedarme tirado en algún lugar", asegura Rovira. Para él, como para muchos otros, el que era el último recurso se ha convertido en la única alternativaa, un vehículo que se puede aprovechar para compartir con otros usuarios fastidiados por el tren: "Así por lo menos amortizamos la gasolina para subir a Barcelona".

Estudio sobre las consecuencias psicológicas

Desde Valls, Nil Magrinyà también ha optado por el coche, cuando antes siempre usaba el tren. "La alta velocidad me obliga a ir en coche hasta la estación del Camp, donde un día me lo encontraré quemado, y al final tardo lo mismo", asegura. Visto el éxito de estas dos últimas semanas de servicio, dice, es una buena decisión: "Esto es catastrófico, estamos enfadados y agotados con Renfe, con Adif y con la Generalitat; cada vez que han tomado una decisión la han cagado más". Ahora que, con el vehículo privado, se ve obligado a usar la autopista, Magrinyà reflexiona también acerca de los cortes contínuos que vive esta importante vía de comunicaciones: "Los ciudadanos somos unos hipócritas porque no queremos las mercancías por la via ferroviaria pero también nos molestan los camiones de la carretera; todo esto debería ir en tren pero está claro que la infraestructura no está preparada", lamenta él.

Y entre tanto usuario descontento, ¿quién continúa usando el tren como medio de transporte entre Tarragona y Barcelona? Alguno queda, como Jordi Liébanas, fiel al ferrocarril "desde hace más de 20 años". "Yo ya me lo tomo con mucha tranquilidad porque sabía lo que pasaría, pero a veces resulta muy estresante cuando te falta información y no sabes cuándo podrás volver a casa", afirma el pasajero. Él, que vive en Reus y que usa el tren a diario para ir a la ciudad condal, asegura que lo puede hacer porque tiene "un trabajo con el que me lo puedo compaginar", y que los hijos "ya son grandes y tienen paciencia", pero reconoce que muchos otros no pueden decir lo mismo.

"Estrés", "agobio", "angustia", "caos", "desastre" o "ansiedad" son algunas de las palabras más repetidas por los usuarios del Camp de Tarragona que tienen que ir a menudo a Barcelona para describir el sistema ferroviario catalán y las alternativas de las autopistas. Ahora, esperan con interés los resultados del estudio que ha anunciado la URV sobre las consecuencias psicológicas de los problemas en la red ferroviaria: "Necesitamos ponerle nombre a todo esto", dicen.

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